Cuatro

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Hoy no fui a la escuela, no porque me sintiera mal o algo así, me sentía mal, pero en un aspecto diferente, estaba herida. Como pude siquiera pensar en perder mi virginidad contigo, todo iba tan bien hasta que tus labios pronunciaron su nombre.

Y es que en parte era mi culpa, yo me dejé llevar como la chica hormonal que soy. Tu estabas ebrio y pensaste que era ella, porque sin el alcohol no me podrías ver de otra forma.

Por más que me duela se que no soy lo suficiente para ti, no puedo ni podré llegarle ni a los talones a Minha. Porque ella es todo para ti, era bonita, carismática, alta, simplemente preciosa. Y yo simplemente soy una chica cualquiera, no resaltó y tengo una vida miserable. Tampoco quiero que te apiades de mi, ni much o menos quiero insistir en que me ames, en usar tu dolor para que me quieras, que me utilices.

—¡Niña!—Me levante de la cama al oír el grito de mi padre.—¡Ve y tráeme unas cuantas cervezas, el dinero está en la mesa!

Suspire, yo no pedí una vida así. Un padre agresivo, que no deja la bebida ni un minuto ¿Cómo es que trae dinero a la casa? No tengo ni la menor idea, pero agradezco que al menos pueda comer una o dos veces al día, no me quejo la verdad casi nunca tengo hambre.

Mi hermano era el único que me defendía, el único que me cuidaba, que me obligaba a comer y a estudiar para salir adelante y tener una buena vida. Y es que si, tengo envidia de las chicas que tienen a sus dos padres, hermanos y viven en armonía, sus padres las apoyan y las aman sin importar que.

Porque yo me hundo en mi propia miseria. No es que no quiera salir, pero no puedo, mi único soporte ya no está, y no es como si pudiera traerlo de vuelta.





El aire frío hacia mis cabellos volar y despeinarse conforme a la brisa. Iba rumbo a la tienda más cercana, en verdad que quisiera no volver. Perderme o que si dios se apiada de mi, que un auto me atropelle.

Un letrero de una tienda abierta las 24 horas llamo mi atención. Corrí hasta ella por la simple razón que no tenía un suéter y me estaba muriendo de frío.

Al entrar la campanita que la puerta tenía Anunció mi llegada.El chico que se encontraba en la caja me miró y volvió a lo suyo.

Camine por toda la tienda hasta dar con el pasillo que contenía las cervezas. Saque las más familiares, de las que siempre estaban regadas por la casa.

Camine a la caja emitiendo un sonido con mi garganta para que el chico me prestara atención. Lo vi rodar los ojos para después mirarme y cobrar lo que lleve. Sin siquiera preguntarme si era mayor de edad, solo me indicó cuanto era y pague.

Salí de la tienda lo más rápido posible, sintiendo de nuevo el aire golpear mis mejillas y revolver mi cabello. Mis dientes titiritaban del frío.

(.......)

Hoy tampoco fui a la escuela, y tampoco era como que a mi padre le importara, el salía desde temprano y volvía en ocasiones a altas horas de la noche. No tenía que ser muy lista para saber a qué lugares iba.

Me vestí algo abrigada ya que hoy amaneció algo fresco y no quería morirme del frío. Tome las llaves de la casa y camine sin rumbo un tiempo. Hasta llegar al cementerio.

Entre con sumo cuidado, sintiendo mi corazón acelerase mientras más me acercaba. Mientras caminaba entre las tumbas leyendo sus nombres. Me sabía el camino de memoria.

Al leer su nombre me derrumbé. Aquí estaba mi hermano. Y ahora en completa soledad me permití derrumbarme, sin tener ningún testigo de aquello. Me tiré al piso mientras las lágrimas caían y caían sin cesar de mis ojos.

El dolor que sentía en mi pecho era incomparable. La única persona que me quería, no estaba más. Y es que yo también quería irme con el, odiaba mi vida, estaba sola.

Era egoísta porque culpaba a mi padre por esto. Estaba ebrio y mi hermano iba con el. Mi padre debió morir, no mi hermano. No odiaba a mi padre pero le guardaba un rencor muy grande.

El no sentía lo que yo. A él no le dolía como a mi.


No se cuantas horas pasaron, pero mis piernas dolían por la posición que se encontraban. Me levante de mi lugar y me permití escuchar a los pájaros y el movimiento de las ramas de los árboles. Un sollozo se escuchó entre todo el silencio.

Me permití admirar el lugar hasta ver una figura en el suelo llorando. No hacía falta verlo por mucho tiempo para darme cuenta de que era el. Estaba llorando por ella, por su pérdida. Yo sabía cuanto la quería, tanto así que hubiera dado su vida por ella.

Lo de hace unos días volvió a mi cabeza, no quería que me viera. Así que gire en dirección contraria dispuesta a irme, sin hacer el más mínimo ruido. Cosa que fue inútil ya que mi pie piso una rama haciéndola crujir. Maldije internamente.

—¿HeeSook?








¿quién creen que es el hermano de mi preciosa protagonista?

Chan Chan Chan.

Bueno las amo, gracias por leer. Bai, hasta el próximo capítulo. Love u

Scenery ; KTH|JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora