Catorce

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Los salones olían a desesperación y angustia. Estábamos en temporada de exámenes y eso traía a todos vueltos locos, incluyéndome. A estas alturas no podías darte el lujo de reprobar alguna materia, estando a nada de graduarnos.  Todo era estrés y agonía. Los profesores se dedicaban a entregar temarios con sus sonrisas hipócritas disfrutando nuestro sufrir.

Todos estaban al punto de llorar, más yo, me sentía agobiada mental y físicamente. En este lapso de tiempo evite a Jeon sabiendo que nos besamos. Esa mañana amanecí en mi casa sana y salva con mi ropa puesta y nadie a mi lado, buena señal, me llevo a mi casa y no un desconocido. Había bebido de más y los recuerdos eran tan borrosos que me dolía la cabeza. Después del oso de comernos la boca siendo amigos no quería verlo por ahora de la vergüenza. Por otro lado Kim no me busco esa semana. Me sentía aliviada y tranquila, tal vez se apiadó de mi estado emocional y me dio algo de espacio, que en verdad necesitaba.

Otra semana transcurrió con normalidad, mi gripa se había ido por completo pero aún sentía algo mal en mi. Estudie como una matada en mi habitación hasta que toda la maldita información se me pegara. El hambre no era un problema mi estrés era tanto que no se me antojaba nada. Mi rechazo a la comida no era nada nuevo, me pasaba seguido cuando había exámenes. El malestar estomacal ya era habitual desde hace tiempo, incluso antes de los exámenes, tampoco era nada nuevo y nada de que preocuparse. Solo era matutino y se desaparecía por el resto del día.

El estrés me comía viva, mis órganos se comprimían de tanto sobre esfuerzo que realizaba al mantenerme despierta estudiando. Me sentía agotada pero valía la pena si mis notas mejoraban. Estaba al grado de arrancarme los cabellos.

Esa mañana no desayuné, sentía un mal sabor de boca y preferí no ingerir nada más que un vaso de agua y una manzana. Mi estómago no estaba en condiciones para alimentos ahora.

El profesor pasaba las pruebas por lugares. Mis manos templaban cuando indicó que podíamos comenzar. Había estudiado eso no me resultó difícil. Pero el estrés no desaparecía, comencé a sofocarme, el aire me faltaba y empecé a sudar frío. Mi estómago se comprimió y las nauseas se hicieron presentes. Maldita sea este examen.

Decidí respirar hondo, no me faltaba mucho para terminar. Seguí leyendo lo que restaba de la prueba hasta que no pude más.

Me levante bruscamente de mi asiento llamando la atención de todos. Salí disparada fuera del aula corriendo hasta los sanitarios. Entre a un cubículo con rapidez y devolví mi insípido desayuno hasta que me quede vacía. Respire con profundidad hasta recuperarme del esfuerzo que hice.

Me senté en el suelo haciéndome un ovillo tratando de que el malestar se fuera.

Harta de que pasados varios minutos no se fuera ese horrible malestar en mi cuerpo, decidí ir a enfermería.

Toque levemente recibiendo un "pase" de adentro de la habitación.

—Buenos días—Salude con una sonrisa fingida.

—Buen día—Devolvió—¿Qué te trae por aquí?—Me indicó que me sentará en la camilla y así lo hice.

—Estrés, me siento mal del estómago.—Me encogí de hombros suspirando levemente.

—¿Pastilla o una simple infusión?—Me dio a elegir mientras buscaba algo en la repisa.

—Simplemente un té.—Respondí viendo como asentía para comenzar a prepáralo.

No quería una pastilla, mi estómago estaba vacío y me caería mal. Solo necesitaba algo caliente en mi estómago para calmar el dolor.

—Bébelo con cuidado está caliente, es de manzanilla.—Explicó y asentí tomándolo en mis manos dando un pequeño sorbo y al instante sintiéndome mejor.

Scenery ; KTH|JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora