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Aun si camino en medio de la gente, siempre me siento solo.

Sentía frio, todo mi cuerpo temblaba por la baja temperatura, mis manos buscaban desesperadas una cobija más para cubrirme del inclemente clima, dándome por vencido me recosté de nuevo en la cama y cerré los ojos sin esfuerzo, sentía la debilidad invadir mi cuerpo y el cansancio tratar de sumirme en el sueño.

Pero yo no quería, a pesar de que mi cuerpo dolía, a pesar de que las fuerzas se me iban yo no quería dormir, quería seguir viendo las estrellas brillar en el cielo y la luna iluminar las flores en el jardín, comencé a sentir como al aire se le dificultaba la entrada a mi cuerpo y mis manos fueron directo a mi pecho, trate de hablar, de pedir ayuda pero sabía que cualquier intento seria en vano, yo siempre había vivido solo.

¿Quién vendría a mi rescate?

Nadie estaba para mí en este mundo, incluso antes de que murieran mis padres estaba siempre solo, los ojos se me fueron cerrando y escuche los grillos cantando en el fondo, posiblemente sería la última vez que los escuchara, posiblemente no tenía que atentar contra mi vida para evitar el frio y duro hospital.

Tal vez la vida sería clemente conmigo para dejarme ir sin dolor. Deje que mis ojos se cerraran de nuevo y me concentre en aliviar mi respiración, pequeñas inhalaciones que lograban llegar a mis pulmones, lo hice así hasta que sentí que el aire podía volver a entrar sin dificultad, y una vez que sentí que todo estaba bien o por lo menos tan bien como podía estar, palpe el pequeño cajón que estaba a un lado de la cama y comencé a buscar los pequeños botes con las pastillas, tome solo una pastilla de cada porción y me las metí a la boca pasándolas con un poco de dificultad por la falta de agua.

Me acomode de nuevo en la cama y me tape tanto como pude para evitar que el frio siguiera atacando, cerré los ojos y deje que el canto de la noche me arrullara, no tarde mucho en dormirme después de eso.

Sentí una mano fría tocar mi frente y me revolví tratando de alejarla de mí, aún seguía teniendo frio, aun mi cabeza parecía un circo con música dispar y a todo volumen, escuchaba ligeros susurros, personas que no alcanzaba a reconocer en voz, trate de abrir los ojos, algo no estaba bien, se suponía que yo vivía solo ¿Por qué había personas en mi casa?

La voz se volvió un poco más fuerte y en mi mente apareció la imagen de unos ojos negros mirándome, mis parpados se abrieron de golpe solo para volverlos a cerrar y abrirlos lentamente, frente a mí se encontraba Sasuke y eso me confundió un poco, estaba tecleando algo en su teléfono y frunciendo el ceño ante lo que mostraba su pantalla.

-¿Cómo entraste?- pregunte, me miro y en su cara mostraba un gran desconcierto.

Su mano toco mi frente y un suspiro salió de sus labios, sus ojos buscaron los míos, pero esta vez no llegaba la felicidad a ellos a pesar de que sus labios mostraban una ligera sonrisa, no, esta vez su mirada estaba teñida de preocupación, su mano volvió a viaja a mi frente para después tocar mi mejilla.

Me moví un poco y el la retiro, trate de acomodarme en la cama para sentarme pero sus manos impidieron que me moviera.

-¿Cómo te sientes?- pregunto despacio.

Lo mire por un momento, o tal vez por un poco más de tiempo del que creía, porque cuando su voz volvió a salir la preocupación era lo único que la acompañaba.

-¿Naruto?- vi que su mano volvió a tomar su teléfono y comenzaba a teclear con rapidez unos números, mi mente se aclaró en un instante.

Yo no estaba en mi casa, no era mi cuarto y el no había entrado en ningún lado porque era su invitado, yo era el que estaba en su casa, ocupando su cuarto y su cama.

- LA UlTIMA RONDA - (Sasunaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora