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Pero si no fuera por la oscuridad.

Jamás prendería la luz.

Gerald Bravo.

En ocasiones es sorpréndete lo rápido que pasa el tiempo, fijas tus ojos en el futuro y haces que tus objetivos se cumplan, puedes parar un par de veces pero sigues caminando, moviendote, respirando, llorando o riendo, sin embargo cuando realmente dices -¨¨! Oye, necesito un respiro, estoy un poco cansado!- Y cierras los ojos por un momento para respirar, tu mente te lleva al pasado y ves cada pequeño detalle de tu vida como si el tiempo hubiera sido ahora, no obstante, cuando abres los ojos y miras atrás te das cuenta que tus pequeños y preciados recuerdos son de un camino que llevas recorriendo, en unas horas, unos meses o incluso años y cuando lo miras así, es imposible que la nostalgia no se instale a tu lado, sentada y en silencio.

Sin embargo, la nostalgia era un punto muy lejano en mí, ahora por mi mente y cuerpo solo había felicidad.

Yo podía ver el camino y aunque mis recuerdos del inicio eran un poco borrosos ahora, los de mi pequeña familia actual estaban intactos, vistos con la misma claridad con la cual los viví, no importa si olvidaba algunos detalles, Sasuke e Itachi, me repetían constantemente que podría colorear los faltantes con el color que más deseara, y si eso no me hacía feliz simplemente se encargarían de que mi mente creara más bellos recuerdos a los cual pudiera regresa cuando las cosas se ponían un poco feas.

Es por eso, que si cerraba los ojos por un minuto y me ponía a pensar solo un poco en el pasado, podía recordar con exactitud el color del mar y el brillo de la playa cuando el sol se va ocultando en el horizonte, la textura de la piel de un delfín bajo mis palmas, el olor de los bosques o incluso los sonidos de las aves despertando...

Estire mis brazos cuando la mujer que me ayudaba a vestir se acercó a mí para que pudieran ponerme el saco y me pare con un poco de ayuda, camine unos cuantos pasos al espejo de cuerpo completo que estaba frente a mí y me observe.

Mi piel ahora lucia pálida y blanca, normalmente cuando salía, Sasuke se encargaba de cubrirme bien, el clima ya no era tan fresco como cuando nos conocimos, pero en ocasiones mis dientes castañeaban porque mi cuerpo era incapaz de calentarse solo, mi cara se veía un poco más delgada, las ojeras bajo mis ojos eran largas, mi cabello había sido cortado casi al ras de mi cabeza, los huesos bajo mi cuello se marcaban un poco más cada vez, y mis manos estaban en constantes temblores, mantenerme despierto en ocasiones era una tarea imposible pero también lo era hacer que durmiera.

Suspire mientras mis manos iban a mi cuello para acomodar la corbata, las quimioterapias eran dolorosas y el medicamento me sumía en un tipo de sopor que odiaba demasiado, pero a pesar de todo eso y de los dolores constantes yo era feliz, porque cada vez que tenía algún episodio de malestares o simplemente tomaba una siesta, los ojos que veía al despertar siempre eran los de Sasuke la única persona que lograba tranquilizarme incluso más rápido que cualquier medicamento que pudiera tomar, él tomaba mi mano y me abrazaba hasta que los dolores en mi cuerpo se iban, incluso cuando llegaba a quedarme dormido permanecía a mi lado sin soltar mi mano.

Los médicos me decían que el tratamiento estaba funcionando, las quimioterapias habían logrado eliminar el cáncer que se había mudado a otros lugares, pero aun así mi operación para extraer el tumor de mi cerebro era constantemente recorrida a otra fecha, la razón era  que mi cuerpo necesitaba recuperar fuerza y vitalidad antes de que pudieran someterme a algo tan delicado y peligroso.

Sasuke en los intervalos que me daban de descanso para recuperarme de los pesados tratamientos, me llevaba a recorrer el mundo, al principio pensé que serían viajes pensados solo para los dos pero me sorprendí cuando en muchas ocasiones nuestra pequeña familia nos acompañó, incluso uno de nuestros invitados en ocasiones era Shikamaru.

- LA UlTIMA RONDA - (Sasunaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora