10. La disculpa del León

24 1 0
                                    

El platón de cereales me abrió el apetito de una manera increíble. Repetí otro mientras los demás ya habían terminado de desayunar y se retiraban.

Adam me esperó hasta que terminé. Mariel lavaba los trastes en silencio. Sentí la tensión entre los tres. Ella seguramente confundida por el cambio de humor entre ambos. Sentía que debía hablar con ella y disculparme. No estaba acostumbrada a tanta tranquilidad como esta familia.

Dejé el bowl vacío en la mesa y suspiré. Adde bajó el celular y me miró.

-¿Terminaste? -Asentí con la cabeza. Estaba tan llena que me costaba respirar. -Bueno, vámonos.

-¿Qué? ¿Adónde?

-Abrígate bien. Estuvo nevando esta mañana. -se levantó, dejó el bowl en el lavaplatos y se fue sin más. Dejándome ahí. Miré a Mariel aún lavando. Era ahora o nunca.

-Emm, ¿Mariel?

-¿Si?- me acerqué a ella para poder ver su rostro. No me parecía correcto pedir disculpas cuando la otra persona no te puede ver.

-Quería pedirte perdón.

-¿Y por qué?-dijo frunciendo el ceño.

-Por las peleas de ayer que tuve con Adam. Me dejé llevar por el enojo y sé que es tu hijo, y yo lo traté mal...

-Si es por eso, no hace falta, cariño. Soy consciente de cómo se comportó mi hijo contigo y no te lo mereces.

-¿No?

-No. Eres su invitada y sin embargo te dejó de lado. Entiendo su dolor pero ya no tiene más quince años para actuar como un niño caprichoso. Actuaste según tus sentimientos y también entiendo eso. Y no te has dado cuenta pero has ayudado mucho a Adam. -me guiñó un ojo y quedé atónita.

-No entiendo.

-Ya lo verás.

Sacudí la cabeza, aún más confusa.

-Bueno, el punto es que quería disculparme porque la situación fue incómoda para todos. Prometo que no volverá a pasar.

-Bien. Eso es algo que puedo aceptar. -me sonrió secándose las manos y tenía ganas de abrazarla fuerte. -Anda, ve a prepararte. Se te hará tarde.

Asentí con la cabeza y me fui casi saltando a mi habitación ¡Me sentía tan aliviada! Mariel me dejó tan tranquila, sabía que necesitaba hablarlo con ella, por lo menos. A veces hay que tragarse la vergüenza y soltar las palabras como se pueda. Me sentía culpable de la discusión con Adam y necesitaba que alguien me perdone por todo el drama de ayer, que me entienda.

Ya en mi habitación miré el clima, afuera estaba todo vestido de blanco por la nieve que cayó. El día estaba nublado y seguramente debe hacer mucho frío afuera. Solté el rodete destartalado que tenia y me peiné dejándolo suelto.

Tomé uno de mis pantalones térmicos y me lo puse con doble par de medias. No suelo ser friolenta pero ni yo me atrevería a salir tan desabrigada a la calle. En mi país no existe la nieve. Arriba me puse varias remeras con mangas largas, un buzo deportivo rojo y preparé el saco largo y colorado que me compré con mi primer sueldo. Ese saco nunca me falló en los días más fríos en mi país.

Me calcé las botas largas, preparé la cartera con mis cosas y algunos dólares por si me agarra antojo de algo y salí a esperar a Adam en la entrada.

En el pasillo me crucé a Nick.

-Hey, Lucy.-saludó.

-¡Hola! ¿Y Yas?

-Abajo con Jackson. No la deja en paz.

-Creo que quiere robarte a tu novia.-bromeé.

-Estaba pensando exactamente eso.- esbozó una pequeña sonrisa y me miró de arriba hacia abajo. -¿Saldrás?

Persiguiendo Un SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora