Capítulo 9

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Mi padre no sabía lo de Guillem, ni pensaba decírselo. Mantendría a Guillem alejado de él de todas las maneras posibles. Me daba igual si me volvía a pegar, como si quería torturarme psicológicamente, no pensaba renunciar a Guillem otra vez y menos por culpa de mi asqueroso padre.

Se volvió un hábito de Guillem acompañarme a casa, cada mediodía lo hacía y se despedía con un beso en la mejilla. Lo que también se volvió un hábito –no tan agradable- fue que mi padre me insultara cada vez que me veía por la casa. No entendía por qué lo soportaba, es decir, podría irme a vivir con mi abuela y ya está, pero a pesar de todo los recuerdos de un padre como dios manda todavía apuñalaban mi corazón con imágenes como las del correfoc o imágenes de él junto a mi madre. Malditos recuerdos y su manía de atormentarnos.

Un día, en el instituto, ya a finales de octubre se me acercó una chica que no conocía de nada:

-¿Eres la novia de Guillem verdad?-preguntó divertida.

-Supongo…

La chica se rió.

-¿Cómo que supones?-dijo.- Dios mío que rarita eres. No sé qué habrá visto en ti. Disculpa no pretendía ofenderte-esa chica parecía bastante tonta, aunque sinceramente yo tampoco lo sabía, a pesar de habérmelo contado en el bosque seguía sin entenderlo.- En cualquier caso; venía para decirte que el día 31 es su cumpleaños y estamos planeando hacerle una fiesta sorpresa. Este jueves hemos quedado todos los organizadores en el bar de la Plaza del Delfín. Pásate si quieres y así te enteras un poco de qué va la cosa- acabó diciendo la chica mientras corría por el pasillo ya que llegaba tarde a una clase.

-¡Ah! Y no le digas nada de esto- se giró para decir a última hora.

No me apetecía para nada ir el jueves a esa “reunión” para organizar la fiesta. No se me daba bien estar con otra gente. Al final decidí ir porque era una fiesta para Guillem y quería hacerlo lo más feliz posible. Él me hacía a mí feliz, lo mínimo que podía hacer era hacer que él se sintiera feliz también.

Cuando llegué, en una mesa grande del final del bar vi a una muchedumbre de adolescentes chillones intentando interponer sus ideas ante los otros con el criterio de que quien chillaba más era el que tenía la razón. Solo con ver el panorama tenía ganas de irme. Me acerqué a la mesa y vi que por suerte no todos eran desconocidos, también estaba Elías, me senté a su lado.

Todos se callaron cuando me senté y me miraron como si fuera una alienígena.

-Bueno…-rompió el silencio la chica que me había avisado de lo de la fiesta.- Mira, tenemos dos propuestas, como es el día 31, que justamente cae en sábado, habíamos pensado hacer una fiesta de Halloween aunque a Guillem también le gusta mucho La Catañada por eso no nos decidimos. Tú eres su novia-cuando dijo eso escuche como algunas chicas de la mesa susurraban cosas entre ellas y se reían. Estuve a punto de largarme de ahí sin decir nada pero me controlé por Guillem.- ¿Qué crees que le gustará más?

Todos me miraron atentamente. Sabía que mi respuesta decepcionaría a muchos pero igualmente la dije porque sabía que le gustaría más esa opción.

-Le gustará más La Castañada-dije solemnemente.

Unos cuantos chicos me miraron mal, como si solo buscara el propio beneficio.

-Pues yo creo que le gustará más lo de Halloween.-dijo un chico que creía que estaba en mi clase.

Entre el té y sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora