Capítulo 13

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Dedicado a TeddyLena por ser mi primera lectora. Gracias.

El día 31 de diciembre la abuela me llevó a casa de Guillem. Ya lo tenía todo preparado: ropa de recambio, el cepillo de dientes, un libro por si las moscas... 

Llegué a las once y media a su casa. Toda su familia estaba reunida, estaban sus padres subiendo el equipaje al maletero de una furgoneta azul, sus dos hermanos con sus parejas y Guillem ayudando a sus padres. Cuando me vio entrar dejó caer al suelo una caja que estaba poniendo al maletero y vino a saludarme.

-Te había echado de menos-dijo.

-Yo también a ti.

El hermano más grande de Guillem -tenía dos, Juan y Eduard, Juan era el grande- resultó ser un chico muy agradable. Estaba en el último año de la carrera de física y Eduard, el primero de los hermanos que conocí, empezaba aquel año la carrera de ingeniería química. La novia de Juan estudiaba con él y la de Eduard empezaba ese año a estudiar medicina. Me sentía como un pez fuera del agua. Todos científicos y yo una rata de biblioteca con fóbia a las raíces cuadradas y a las fórmulas matemáticas.

Cogimos el coche a la una del mediodía y fuimos hacia los pirineos. El viaje fue rápido y divertido, no paramos de cantar canciones durante la ida. Guillem tenía una familia asombrosa.

Nada más llegar y dejar las cosas comimos. Tenían una casa espectacular en un pequeño pueblo del pirineo. Era el típico pueblo donde viven cuatro ancianos y se conoce todo el mundo y el resto de personas solo van durante las vacaciones.

La casa, hecha de piedra y madera, tenía un patio enorme lleno de abetos. Tenían una piscina en la parte trasera y un garaje inmenso.

Por dentro también era muy bonita, tenía un estilo rústico y muchos cuadros bonitos, también estaba llena de habitaciones.

Después de comer los padres de Guillem, Lluís y Laura, se fueron a hacer la siesta y los hermanos se pusieron a hablar entre ellos con sus parejas.

-¿Te apetece ir a dar una vuelta?- me preguntó Guillem.

-Me encantaría.

Fuera hacía mucho frío. El entorno estaba nevado y los árboles parecían algodón de azúcar. Entrelacé mis dedos con los de Guillem. No sentía frío si él estaba cerca de mí.

Caminamos por el bosque.

-¿Qué te ha traído Papá Noel?-me preguntó.

-Nada. Somos más tradicionales en mi casa, solo celebramos los reyes magos, ¿y a ti?

-Pues lo mismo te digo. Qué ganas tenía de verte otra vez.

Apoyé mi cabeza sobre su hombro. Por más que pasara el tiempo su aroma no cambiaba. Tampoco lo hacían la sensación de elevarme del suelo cuando le cogía la mano, la de volar cuando nos besábamos ni la sensación de quererle más cada día.

Nos sentamos en una roca después de haberle quitado la nieve que la cubría.

-¿Sabes qué?-dije.- Mi hermano grande ha vuelto. Se ha casado y me ha pedido que me vaya a vivir con él.

-¿Te irás?-preguntó Guillem alarmado.

-No. Viviré con él pero me quedaré en el mismo pueblo.

-Eso es genial. Me alegro mucho por ti-no entendí si fue solo imaginación mía o tuve la sensación de que aquello lo había dicho con un poco de tristeza.- Ya pensaba yo que me ibas a dejar-se rió.-No vuelvas a asustarme así, eh.

Entre el té y sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora