-¡Iris llegarás tarde al instituto!-gritó Vic desde el piso de abajo.
Me levanté de la cama con mucha pereza pero ilusionada. Era el día de San Jorge, 23 de abril, mi día favorito del año: el día de los libros y de los derechos de autor.
Me vestí rápidamente y me hice una trenza. Bajé al comedor y allí estaba mi hermano con una rosa en la mano.
-Feliz día de San jorge-dijo.
-¡Es preciosa!-dije. Me encantaban las rosas, sin duda alguna eran mi flor favorita. Aunque hubiera preferido un libro a una rosa pero los chicos se llevan los libros y las chicas las rosas. A pesar de eso, San Jorge seguía siendo mi fiesta favorita.
-Me alegro de que te guste-dijo-pero deberías ir desayunando o sí que llegarás tarde al instituto.
Unté un poco de crema de avellanas en un par de tostadas y salí pitando de casa. Vivía más lejos que antes y no me gustaba eso de despertarme más temprano solo por tener que salir antes así que muchas veces llegaba tarde al instituto.
Llegué justo cuando el timbre sonaba para anunciar el inicio de las clases. Me paré en la entrada para recuperar el aire que me había faltado mientras corría.
-Deberías ser más puntual, señorita Roures.
Me giré para encontrarme a Guillem sujetando una rosa roja en su mano. Me lancé encima de él instintivamente para abrazarlo.
-Te quiero pequeña-me susurró al oído.
Era la primera vez que alguien me regalaba una rosa por San Jorge que no fuera de la familia.
-Nos vemos después en optativa-me dijo Guillem.
Cogí la rosa y fui a clase. Entre que llegaba tarde y en la mano traía una rosa todas las miradas se dirigieron a mí. Me senté en la silla intentando no hacer caso de todas la personas que murmuraban cosas mirándome entre risitas.
El resto de clases se hicieron pesadas, incluso optativa ya que el profesor quiso hacer un discurso de una hora entera sobre su amor por la literatura y Guillem y yo no pudimos hablar. Para compensarlo Guillem me acompañó a casa después.
Estaba sola en casa. Abrí un libro que había dejado a medias la noche anterior y me dejé absorber por sus palabras. Por unos minutos me convertí en el protagonista de aquella historia y me olvidé de todo lo demás. Por eso amaba la literatura, podías descansar, escapar y huir hacia cualquier otro lugar con tan solo leer unas páginas. Era la mejor forma de desconectar de la realidad.
Sonó el teléfono.
-¿Diga?-dije al descolgar.
-Mira por la ventana-dijo esa voz tan dulce que podría reconocer en cualquier paradero del mundo.
Saqué la cabeza por la ventana y ahí estaba él. Vestido con camisa y sujetando un ramo de rosas rojas.
-¿Pensabas que te dejaría sola el día de San Jorge?-dijo sonriendo. San Jorge era como el San Valentín de los catalanes, el día de los enamorados.
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Entre el té y sus ojos
RomanceLos cambios importantes pasan en instantes, ya sea inconscientemente o no. Puede que sean decisiones voluntarias, o puede que sean acciones involuntarias. La decisión de decir algo en cierto momento, de abrazar o no abrazar a alguien; de si correr o...