LXXXI

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Sandra

Ya habían pasado varios días desde la charla en directo en Youtube, la gente la había recibido muy bien y yo estaba muy contenta con el resultado. Yo me había venido a Barcelona porque la editorial iban a sacar la versión de bolsillo de 'Las Hijas del Agua'. 

Me había traído a Nash, y estaba en casa de mis padres junto a mi hermana, habíamos venido a comer, mientras esperaba a que llegará el tren de Nagore, que llegaría sobre media tarde a Sants. Yolanda y yo estábamos en el jardín disfrutando del sol. 

Yolanda: Hermanita, ¿cómo fue el viaje con Calleja? Que no me has dicho nada...

Sandra: Ufff fue increíble, uno de los mejores viajes que he hecho, sin duda el más cansado...

Yolanda: Jajaja ¿y como lo llevaste con el vértigo que tienes?

Sandra: Pues bastante bien, mejor de lo que me esperaba. ¡Fue increíble! Tengo unas ganas de que se emita...

Yolanda: ¡Yo también! Qué quiero ver a mi hermana la aventurera jajaja

Sandra: Mírala ella, como se ríe de mi... 

Yolanda: Jajaja no me río de ti, me río contigo. Oye, otra cosa, ¿con Nagore todo bien?

Sandra: Sí, todo súper bien, es que la prensa se ha dedicado a difundar rumores absurdos. ¡No tienen ni idea de nada!

Yolanda: Ya me imaginaba ya... Es que no se porque hacen eso...

Sandra: Pues porque tendrán que vender aunque sea todo mentira.

Después de charlar con mi hermana, entramos para comer y estar un rato con mis padres. 

Nagore

Me había pasado la mayor parte del viaje leyendo. Había empezado un libro sobre las emociones y desde la primera página me tenía muy enganchada. El viaje se me había hecho corto gracias al libro.

Ya me quedaba poco para llegar a Barcelona, en más o menos media hora llegaba el tren a la estación así que avisé a Sandra. 

Nagore: ¡Hola cariño!

Sandra: ¡Hola guapa! ¿Ya estás llegando?

Nagore: Sí, me queda una media hora para llegar más o menos.

Sandra: Perfecto. Pues ahora salgo de casa de mis padres y voy. 

Nagore: Vale, pues ahora nos vemos. 

Sandra: Sí, hasta ahora. 

La verdad es que siempre el último tramo de cualquier viaje se me hacía pesado, era por las ganas de llegar. Así que cogí la maleta y salí del tren, por suerte nadie me reconoció y pude salir rápido de la estación. Vi a Sandra desde lejos apoyada en el coche.

Fui corriendo y la abracé. Me encantaba su olor que se mezclaba con el aroma de Barcelona, era una mezcla perfecta. 

Sandra: ¡Hola preciosa! ¿Cómo ha ido el viaje?

Nagore: ¡Muy largo!

Sandra: Pero si son sólo cuatro horas...

Nagore: Es que el tiempo sin ti pasa muy lento. 

Sandra: ¡Ohh qué bonito! Vámonos de aquí, porque como te haga lo que se me acaba de pasar por la cabeza nos detienen por escándalo público. 

Nagore: Pues que nos detengan, pero que nos detengan ya.

Nos montamos en el coche. Sandra me estuvo explicando como había ido la comida con sus padres y su hermana. Y que le habían preguntado sobre los miles de rumores que había de nosotras. 

Sandra

Llegamos a casa y ayudé a sacar toda la ropa de la maleta a Nagore. Entre risas acabamos tumbadas en la cama, una encima de la otra. La miré a los ojos, me encantaba las arrugas que le salían cuando se reía con ganas. 

Sandra: Eres preciosa

Nagore: Pues anda que tú. 

Y nos besamos, empezamos con un beso lento pero acabamos con nuestras lenguas recorriendo la boca de la otra. Mis manos se colocaron por debajo de la camiseta hasta situarse encima de sus pechos. En la habitación cada vez hacía más calor, así que nos quitamos la ropa mutuamente.

Mis dedos fueron recorriendo su cuerpo, desde el cuello hasta el abdomen, acabaron enroscados entre sus piernas. Le acariciaba el clitorís, pero sin introducirlos. Nagore estaba muy húmeda. Fue dejando un reguero de besos en su cuerpo, deje varios besos en su cuello, en sus pechos desnudos y en su tripa. Coloqué mi cabeza entre sus piernas, Nagore me agarra del pelo para que profundizará en su sexo.

Bajé mi cabeza hasta sus rodillas para después subir lamiendo el interior de sus piernas, la respiración de Nagore cada vez era más costosa y de su boca se escapaban algunos débiles gemidos.

Fui subiendo, poco a poco por sus piernas, lamí su sexo de arriba a abajo. Sus gemidos cada vez eran más altos. Mi lengua la saboreaba sin parar, una de mis manos se colocó en su pecho izquierdo. Cuando su cuerpo se empezaba a contraer introduje uno de mis dedos en su interior provocando un gran gemido. 

Introduje un dedo más en su interior y entrando y saliendo conseguí un gran orgasmo de su boca. Luego subí hasta colocarme a su misma altura, abrió los ojos y tenía los ojos más bonitos que jamás había visto. Le brillaban más que nunca del placer.

Nagore: Te amo hasta el infinito y más allá.

Sandra: Yo más. Hasta el infinito y más allá, ida y vuelta.

Y así abrazadas nos quedamos dormidas.


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