XXXVII

1.5K 37 2
                                    

Sandra

Fuimos paseando de la mano hasta llegar al restaurante. Ya me conocían, era un restaurante que cuando trabaja en Barcelona venía mucho, así que cuando los llamé para reservar, aunque estaban completos, enseguida me buscaron el mejor sitio.

Nos habían puesto en un sitio solo para nosotras. Habían decorado la mesa con muchos pétalos de rosas rojas y también encendieron velas.

Sandra: Gracias por sorprenderme, una vez más y venir en este día a mi ciudad. ¿Te ha gustado?

Nagore: No me des las gracias tonta... Me ha encantado cómo está la ciudad, la decoración, el olor... Antes ya me gustaba Barcelona, pues ahora más. 

Sandra: A mi la verdad que es la fiesta que más me gusta. 

Nos pusimos a cenar, todo lo que habíamos pedido estaba riquísimo. Lo habíamos bañado todo con un vino blanco bien fresquito. En nuestras comidas no faltaban nunca las risas. 

Nagore: ¿Y mañana qué hacemos? Cómo ha sido tan improvisado...

Sandra: Pues yo me iba a quedar hasta el miércoles aquí, como tú te ibas a Bilbao... Así que mañana había quedado con mis padres para comer pero si quieres podemos hacer otra cosa.

Nagore: Me apetece ver a tus padres así que comemos con ellos. Y luego podemos ir a dar una vuelta por el Barrio Gótico, si quieres, que sabes que me vuelve loca. 

Sandra: Vale. Yo voy contigo a dónde quieras. Y por la mañana podemos ir a dar una vuelta por la playa.

Acabamos de cenar, nos fuimos abrazadas dando un paseo hacia mi casa.

Nagore

La verdad es que había sido una gran velada. Ella. Con estar con ella todo era mejor. Si además le sumabas las velas, el aroma a pétalos y la comida exquisita. No podía pedir nada más. 

Llegamos a su casa donde nos esperaba Nash. Tras su ración de mimos se fue a su sitio del sofá y se quedó dormido enseguida. 

Me fui al baño a desmaquillarme. Entró Sandra que se iba a duchar, ya que antes de salir a cenar no le había dado tiempo. La ví a través de la mampara como el agua recorría su cuerpo, era una increíble vista.

Sandra: Me vas a gastar de tanto mirarme...

Nagore: Jajaja es que no puedo evitarlo.

Me fui desnudando poco a poco, ella me seguía observando a través del cristal. Entré con ella a la ducha. 

Sandra: ¿Pero que haces?

Nagore: Pues ducharme... ¿No puedo?

Sandra: ¿Pero no te habías duchado antes?

Nagore: Si... Si quieres me voy eh

Sandra: No, ahora no te dejo que te vayas.

Me agarró del brazo y me acercó a ella. Me puso debajo del chorro y todo mi cuerpo se empapó. Me apartó el pelo que había caído en mi cara y me besó. 

Nuestros besos poco a poco fueron aumentando en intensidad. Mis manos empezaron a recorrer su espalda, recorrí todo su cuerpo desnudo. Con una de mis manos  empecé a acariciarle un pecho y la otra la puse en su culo para acercarla más a mi.

Empecé a notar que que su respiración se volvía más pesada. Sandra tenía sus manos en la parte baja de mi espalda, me agarraba fuerte para que no me apartara.

De repente la giré, dejándola pegada a la pared con mis manos a cada lado de su cabeza, impidiendo que se moviera. 

Nagore: Ahora disfruta y déjate llevar. (le susurré)

Fui bajando mis manos por su cara, sus pechos y acabaron finalmente en su sexo. Empecé a acariciar poco a poco su clítoris, notaba como sus piernas empezaban a flaquear. Introduje un par de dedos en su interior y con mi boca fui bajando hasta ponerme de rodillas. Tenía delante su entrada, le separe un poco las piernas y me fui acercando a su sexo dejando una serie de besos en su ingle. 

Puse ambas manos en su culo y empecé a lamer lentamente su clítoris, mi lengua recorría todos sus pliegues, notaba como poco a poco sus piernas fallaban. Me levanté y la miré, me acerqué a su boca y cuando rozaba sus labios con los míos, introduje mis dedos en su interior. Con la otra mano la agarraba para que no se cayera.

Con las embestidas de mis dedos, llegó al orgasmo. Le flaqueaban las piernas, así que salimos del baño y fuimos directamente a la habitación donde, de un empujón, me tiró sobre la cama. Empezó a recorrer todo mi cuerpo con ganas, con ganas de hacerme disfrutar. 

Sandra

Estábamos abrazadas, yo encima suya, notaba como su corazón estaba a mil por hora después de provocarle un gran orgasmo, tras jugar con mi lengua y mis dedos en su sexo. Ese momento era mágico, las palabras sobraban para saber lo mucho que nos amábamos y lo mucho que disfrutábamos la una de la otra. 


-----

¿Os ha gustado?

¡DECIDME QUÉ OS APETECERÍA LEER EN LOS PRÓXIMOS CAPÍTULOS!

Twitter: EresRefugio


Mi refugio eres tú #SangoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora