12. Cumpleaños de Lisa IV

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—Tengo una idea Hugo.

—Sorpréndeme.

—¿Por qué no le escribes una carta a tu chica especial? Si es parecida a la que me escribiste, pero de forma distinta, obviamente; seguro que la conquistas y estás con ella en un abrir y cerrar de ojos.

—No importa Lisa, es tu momento, tu día.

—¿Por qué? Puedo ayudarte con algunas ideas, si quieres. Además, es un día como cualquier otro, en realidad —negó con la cabeza.

—Lisa, no hace falta. Además, a ti te he escrito una carta, a ella le haría un detalle diferente. Sois diferentes.

Tenía razón. Yo no significaba tanto para él; ella era la chica especial que ocupaba gran parte de sus pensamientos y su corazón. ¿Yo? Pues en realidad no lo sabía, y justo en ese momento, la curiosidad inundó mi cabeza.

—¿Qué significo para ti, Hugo? —posó su mirada en mis ojos.

—¿A qué viene esa pregunta?

—No lo sé, sólo... Quiero saberlo.

—No voy a responder a eso, Lisa.

—¿Por qué? —esta vez imitó mi gesto y alzó sus hombros como respuesta.

Nuestra conversación acabó por un largo tiempo hasta que volvió a hablar:

—¿Cómo ha sido la comida con tus padres?

—Bien.

—¿Has tenido tu pastel de chocolate anual? —sonrió.

—Sí.

—¿Me vas a estar contestando en todo momento con monosílabos?

—No —rió—. No contestaré siempre con monosílabos.

—Lisa, ¿Y tu preciosa sonrisa? —le miré seria.

—Ahora mismo, no me apetece sonreír.

—¿Seguro?

Se acercó peligrosamente a mí y me empezó a hacer cosquillas haciendo así que riera incesablemente.

—Para, Hugo —solté como pude.

—¿Sonreirás?

—¡Sí!

—¿Lo prometes?

Cogí fuerza de donde no la tenía y agarré sus brazos empujándole hacia atrás, recostándole sobre la hierba y poniéndome yo encima.

—No me gusta que me hagan cosquillas, ríes tanto que parece que te ahogues. Es una sensación agonizante.

Bajé de su cuerpo y me volví a sentar, él, a los segundos, hizo lo mismo.

Empezó a soplar un viento muy frío.

—¿No hace muchísimo frío? —pregunté mientras metía mis manos en los bolsillos de la chaqueta.

—¿Eres muy friolera verdad? —asentí—. Ven.

Como la otra vez, extendió sus brazos a los lados y me acerqué hasta quedar su cuerpo pegado al mío. Me agarró de la muñeca tirando de mí haciendo que me sentara encima suyo. Después de eso, me rodeó con su brazos y yo apoyé mi cabeza en su pecho, cerrando los ojos.

Sinceramente, podría pasarme así toda mi vida.

A los minutos, una voz que no era la de Hugo hizo que levantara la cabeza.

—Hola, ¿Podría haceros una foto? Es que estamos haciendo un trabajo en el instituto que cuenta de nota un 70%, es muy importante; y las fotos no las puedo sacar de Internet, tengo que hacerlas yo. Mi trabajo trata sobre la complicidad de pareja, y cuando os he visto he pensado que sois perfectos. ¿Podría fotografiaros?

—Lo siento, pero te equivocas, no somos novios —le dije, intentado ser lo más amable posible.

—¿Es una broma? Los amigos no se abrazan de ese modo y tampoco están como estabais vosotros.

—Simplemente tenía frío.

—Bueno, ¿Podría haceros la foto igualmente? Desprendéis la complicidad que necesito, además, he preguntado ya a muchísima gente y nadie se ofrece. Por favor —miré a Hugo y él me miró a mí.

—Vale —acepté su propuesta—. Sólo por ayudarte con el trabajo.

—Gracias, de verdad, gracias.

—¿Qué tenemos que hacer? —preguntó Hugo.

—Así estáis perfectos. Miraros a los ojos —nos miramos—. Acercaros un poco más —avanzamos unos centímetros—. Más.

Esto se estaba volviendo peligroso, nos acercamos lo que ella mandó. Faltaban 4 dedos para que nuestros labios se rozasen.

—Un poquitín más —nos distanciaba un dedo y nunca había estado tan cerca de Hugo. Mi respiración se volvió irregular—. Así, perfecto. Tú, chico, pon tu mano en su baja espalda y tú, guapa, pon la derecha en su nuca  y la izquierda en su mejilla —lo hicimos—. ¡Perfecto! —echó la foto.

Me alejé rápidamente de él y me senté en la hierba. Estaba muy nerviosa, y cualquiera podía notarlo.

La chica se sentó a nuestro lado y nos mostró la foto, era muy buena, y parecíamos una pareja de verdad. Increíble.

—¡Guau! Eres muy buena.

—Gracias. Me habéis hecho un gran favor, llevo todo el día buscando a parejas que quisieran hacerse la foto, pero nadie quería. Me habéis salvado.

—No nos costaba nada, pero repito, no somos pareja, que quede claro —asintió.

—Pues la verdad es que lo parecéis, como os miráis, no lo sé... Llamadme loca —miró la hora en su móvil y se levantó.

—Tengo que irme, debo seguir con el trabajo.

—Mucha suerte —animó Hugo.

—Gracias por todo —y así, se fue.

Cuando la chica desapareció de nuestra vista, Hugo habló:

—Se me ha olvidado pedirle una copia —le miré para después reír.

—¿Una copia? ¿Para qué?

—Así tenemos un recuerdo del día de tu cumpleaños, Lisa —negué sonriente.

—A tu chica no le hará mucha gracia ver esa foto, ¿No crees? —esta vez rió él.

—Siempre utilizas el concepto "mi chica" y no lo es.

—Oh vamos... Eres don perfecto. Pronto lo será, ¿Qué chica no saldría contigo?

—Lisa Jones —me miró—. Lisa Jones nunca saldría conmigo.

—Lisa Jones es un tema aparte, es una excepción.

—Las preciosas excepciones me gustan.

—Hugo —quería acabar la oración pero no me dejó.

—Lo sé, Lisa, lo sé. Nada de sentimientos. Sólo era un comentario, no me refería a nada en especial. Tengo claro des del día uno que no puede haber nada especial entre nosotros —suspiró.

Continuará...

En este capítulo han hablado mucho de sus sentimientos, y ya hay algunas cosas que se pueden ver acerca de éstos. En esta última parte, cuando Lisa dice que es una excepción y Hugo dice que le gustan las excepciones. ¿Es una indirecta? ¿O realmente le gusta una chica que no es Lisa?

Gracias por leerla. Votad y comentad que os parece <3 Me haría muchísima ilusión.

Sólo amigos, lo prometoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora