47. "La locura más grande que he hecho por amor"

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Al quedar justo en frente de casa, Hugo tiró de mí hacia su anatomía, haciendo que quedásemos a muy corta distancia.

—Esta noche inevitablemente soñaré contigo, querida Lisa —sus labios rozaron mi oreja al pronunciar esas palabras.

—¿Y cómo será ese sueño? —pregunté en el mismo tono de voz que él.

—Creo que es mejor que no te revele como será. Aunque supongo que ya te lo imaginas.

Llevó su mano a mi oreja e hizo un recorrido de caricias con su dedo índice por mi cuello. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

Apoyé mi cabeza en su hombro dándole mejor acceso a mi piel y le dejé hacer. Me fascinaba la sensación que producía en mí.

—¿Alguna vez has tenido un sueño erótico conmigo?

—No Hugo, pero sí he soñado contigo incontables veces —confesé.

Imaginé su sonrisa después de mi contestación.

—¿Y cómo eran?

—Ninguno ha superado nuestros momentos reales. Son increíbles.

Escuché una leve risa que me hizo sonreír.

—Lisa, nada me fastidia más que decir esto, pero debo irme. Marina, la señora que se queda conmigo hasta mi mayoría de edad, me ha comentado que como muy tarde llegue a la una, que se quiere ir a dormir.

—Oh... —retrocedí unos pasos—. Entiendo.

—Pero no te alejes aún —sujetó mi mano y me atrajo hacia su cuerpo de nuevo—, no me voy a ir sin mi beso de buenas noches.

—No te voy a besar, así te quedarás pensando en el beso que no te he dado y vendrás muy pronto a buscarme para recibirlo.

—Aunque me lo dieses vendría muy pronto a por más.

—Adiós Hugo —planté un beso en la comisura de sus labios y emprendí camino hacia la puerta de mi casa. Dejándole con las ganas.

Cuando quedé a escasos centímetros de la puerta di media vuelta para ver si Hugo seguía allí. Efectivamente, se encontraba estático contemplando mis movimientos.

Movió su dedo índice señalando que me acercara pero negué con la cabeza mientras se formaba en mis labios una sonrisa.  Abrí la puerta y le envié un guiño. Cuando cerré y me dirigí al comedor, vi que mi madre seguía despierta, sentada en el sillón, viendo la televisión, esperándome.

—Hola hija, ¿cómo ha ido?

—Muy bien, como siempre que quedo con Hugo.

—Me alegro. Recuerda que esta semana ya no puedes salir más veces con él. Te quedarás todas las tardes estudiando, que es lo que debes hacer.

—Sí, ya. Buenas noches.

—Buenas noches Lisa —se despidió secamente.

Subí a mi habitación y mi móvil vibró justo al encender la luz.

Hugo

Asómate al balcón.

00:48

Hice lo que me pidió. Él seguía en el mismo lugar donde se había quedado cuando entré en casa. No se había marchado aún. Se aproximó a la pared y, gracias a unas enredaderas que había, y que la superficie del edificio no era lisa ya que tenía varias partes hacia fuera, empezó a escalar.

Sólo amigos, lo prometoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora