Esa respuesta suya me dejó fuera de juego. ¿Y si Hugo en realidad me gustaba? ¿Y si lo único que me pasaba es que quería que él y yo fuésemos algo más? No. No podía ser. El amor no estaba echo para mí.
—¿Te he echo dudar, querida Lisa? —le miré, sin pronunciar palabra. Dudas estaban rondando por mi cabeza.
—Necesito que seas sincera.
—No. No me has hecho dudar.
—¿Cuántas veces pretendes mentirme?
—Ninguna. No te miento —rió.
—Lisa, te conozco lo suficiente como para saber que cuando mientes te pasas el dedo índice por el labio inferior.
—No creo que haga eso.
—Lo haces.
Hubo unos segundos de silencio.
—Vale, sí, tengo dudas —asintió con una gigante sonrisa.
—¿Crees poder sentir algo por mí? —lo único que hice fue alzar mis hombros.
No quería ni podía decir nada. No tenía la respuesta.
—Dicen que un beso despeja muchas dudas acerca de los sentimientos.
—¿Pretendes que nos besemos?
—¿Quieres tener claro tus sentimientos, no?
—Sí, pero... —puso su dedo en mis labios.
—Hablas demasiado ¿Sabes? Sólo, haz lo que te pida el cuerpo —avanzó un paso, acortando así la distancia que nos separaba.
—¿Quieres que lo haga?
Sería mi primer beso. Y en realidad, nadie mejor que Hugo. Él estaba a mi lado y se preocupaba por mí. Me quería. Si pretendía que mi primer beso fuese especial, Hugo era el chico apropiado.
Suspiré.
—Vale.
—Si no estás segura no, será tu primer beso y quizás...
Como hizo él anteriormente, puse mi dedo índice encima de sus labios. Rió e inevitablemente reí yo también.
—Simplemente para despejar dudas, Hugo —asintió.
Se notaba a kilómetros que los dos estábamos nerviosos, muy nerviosos.
Posó su mirada en mis ojos y yo lo hice con los suyos, conectando así nuestras miradas. Llevó su mano derecha a mi mejilla y dejó en ella suaves caricias. Después, se acercó un poco más y pasó su pulgar por encima de mi labio inferior. Yo no movía ni un sólo músculo, estaba demasiado nerviosa y mi inexperiencia no ayudaba demasiado. El corazón me latía a mil por hora y mi respiración se había vuelto superficial y pesada. Desvió su mirada de mis ojos a mis labios y acortó aún más la distancia.
Justo en ese momento me fijé en sus labios que desde cerca eran todavía más deseables.
—Si quieres que me detenga, Lisa, hazlo ahora. Después no podré hacerlo —murmuró sin desviar sus ojos de mi boca.
—Quiero que lo hagas.
Y finalmente, después de estas 4 palabras, Hugo acabó con la prácticamente inexistente distancia que nos alejaba y unió sus labios con los míos. Era un beso muy dulce, yo movía mis labios torpemente encima de los suyos, siguiendo como podía ese increíble beso.
Ese roce, ese contacto, hizo que algo en mi interior despertara. La necesidad de más, la necesidad de no separarme de él... No sabía el qué, pero no quería estar sin él, sin eso tan especial que me transmitía y me hacía sentir.
Antes de acabar con el beso, sonrió, haciéndome sonreír a mi también. Separó sus labios de los míos y unió nuestras frentes, yo aún mantenía mis ojos cerrados.
Todo eso me hizo dar cuenta de una cosa: Hugo me gustaba desde hacía tiempo. Cuando Claudia me dijo que le gustó, en realidad sentí celos. Cuando le vi sonriendo con la otra chica, me puse celosa. Pero cuando me dijo que me quería, sentí miedo, miedo a acabar destrozada por un chico, miedo a acabar como todas esas historias de corazones rotos que me contaban.
Pero, no podía estar toda la vida echándome hacia atrás por mis miedos. Debía arriesgar, debía intentar dejar de lado esos temores y guiarme por el corazón. Y mi corazón pedía a Hugo, sabía que él no me haría daño.
—Ha sido mala idea, Lisa —abrí de nuevo los ojos y todo lo bueno que se me pasaba por la cabeza, pasó a ser de lo más negativo.
—¿Qué ¿Por qué? ¿No te ha gustado?
—Todo lo contrario. Has creado en mí más necesidad todavía de estar contigo, y si esta vez vuelves a negar lo que sientes yo —le interrumpí.
—Hugo, me gustas.
Me miró detenidamente, supongo que buscando algo que le dijese que estaba bromeando en mi rostro. Pero no encontraría nada que le indicase tal cosa porque él sí me gustaba.
Sonrió ampliamente.
—¿Sabes cuanto tiempo llevo esperando escuchar estas tres palabras? —no respondí.
—Lisa, no sabes lo feliz que me estás haciendo ahora mismo, no te puedes hacer una idea —puso un mechón de pelo detrás de mi oreja, dejando finalmente un beso en mi mejilla.
—Eres tan bonita... Que podría pasarme horas mirándote y no me aburriría, Lisa. Y no me digas nada reprochando eso, porqué nada hará que cambie de opinión —sonreí tontamente y me acerqué para abrazarle.
—Compré helado de fresa y de chocolate —cambié de tema y seguramente la sonrisa más tonta del mundo se encontraba en mi rostro.
Hugo se acercó a su puerta, cogió la bolsa con todos los objetos que me había ido regalando y empezamos a caminar hacia mi casa.
—¿Contaste conmigo para tomar helado?
—Tenía por seguro que un día picarías a mi puerta y volverías a buscarme, y si no, tarde o temprano te hubiese ido a buscar yo.
—Ojalá me necesites tanto como yo a ti, Lisa
Le miré, sorprendida por ese comentario suyo, pero no dije nada al respecto.
Después de unos dos minutos, pregunté lo que llevaba todo el día atormentando a mi cabeza:
—Una pregunta Hugo —me miró atento—. Esa chica no es tu novia ni nada, ¿No? Ni hay nada especial entre vosotros.
—¿Me lo estás preguntando en serio?
—¿Me ves cara de estar bromeando?
—No puedes responderme una pregunta con otra.
—Pues, sí, te lo estoy preguntando en serio.
—¿No te entra en la cabeza que estoy loco por ti? Que pueden venir 100 chicas, pero la única que me ha vuelto loco completamente eres tú, así que no tengas dudas. Por supuesto que no he tenido nada especial con ella, y ni lo tendré con ninguna otra chica, Lisa. Porque lo que yo siento, no puede cambiar en cuestión de semanas.
Continuará...
Yo creo que se notaba (he intentado dejarlo ver un poco capítulo a capítulo, pero sin que se note demasiado) que Lisa sentía algo por Hugo, pero por cuestión de miedos e inseguridades, siempre huía de él, del tema amoroso en general.
Gracias por leerla, votad y comentad que os parece, me encantaría leer vuestros comentarios.
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Sólo amigos, lo prometo
RomanceHugo, el chico idóneo para Lisa; Lisa, la chica perfecta para Hugo. Un simple café unió sus vidas aquella tarde. Una promesa prohibió cualquier tipo de sentimiento. Un sencillo abrazo hizo flaquear aquel pacto. Un beso hizo q...