43. "Si abres, le atravieso"

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Salió corriendo hacia fuera de la habitación y le seguí. Cuando vi que se dirigía hacia otro lado intenté sigilosamente escapar, pero fue más rápido que yo y noté sus pasos detrás mío antes de que pudiese huir. Para disimular bajé el ritmo de mi carrera y me quedé estática justo en el pasillo de salida. A un metro de la puerta.

Quizá lo mejor era seguirle la corriente y no decir nada que pudiese enfadarle e incitarle a hacer cualquier tontería. Sólo así podríamos salir todos ilesos.

—No te ayudé porqué no sabía que estabas ahí. No sabía que te sentías mal, no sabía nada de ti. Si me lo hubieses dicho, habrías recibido mi ayuda, sin duda —contesté a su comentario anterior.

—No mientas —golpeó el mueble de su lado derecho con furia—. No hubieses hecho una mi*rda por mí. Estabas con Hugo, para ti nada más importaba.

Sin previo aviso fue a algún lugar de su domicilio y, transcurrido un minuto, se aproximó a mí con un cuchillo que contenía una hoja muy larga. Instantáneamente me eché hacia atrás, hasta que la puerta de salida me impidió seguir retrocediendo.

—A ti jamás te haría daño. Nunca pondría una mano encima de ti si no es para hacerte sentir bien.

—¿Y qué haces con ese cuchillo? Puedes herirte —intentaba sonar lo más tranquila posible.

Rió irónico.

—No hagas como que ahora te importo. No te importo. No te importo. No te importo. No te importo —lágrimas amenazaban por salir de nuevo de sus bonitos ojos.

—Me importas Manu, me importas.

—Te he dicho que no me mientas —todas y cada una de las palabras que soltaba denotaban dolor y desesperación.

Volvió a golpear ferozmente el mueble.

—Por favor, si haces daño a Hugo, a mí también me lo harás. Me has dicho que jamás me harías sufrir.

—Envidio la manera en la que le proteges. Ojalá me quisieras a mí como le quieres a él.

Me acerqué lentamente a su anatomía e intenté quitarle el arma blanca. Echó velozmente su brazo hacia atrás, pasando muy cerca de sus costillas.

—Cuidado Manu, te vas a hacer daño.

—No te acerques —susurró.

Intenté de nuevo quitarle el cuchillo y después de un forcejeo, desgraciadamente Manu se hizo un gran corte en la cara. Era de esperar después de ver que sus movimientos eran demasiados descuidados. Llevé mis manos a mi boca del susto y él, tiró el arma al suelo. Velozmente le di una fuerte patada para alejarla lo máximo posible de donde estaba, y así mantenerme fuera de peligro.

—Estás sangrando —de nuevo intenté aproximarme a él.

—No te acerques, por favor —volvió a murmurar.

Hice caso omiso a su súplica y quedé a menos de medio metro de él. Lentamente fui acercando mi extremidad a su herida.

—No me toques Lisa. ¡No me toques! —elevó la voz.

—Sólo quiero ayudarte.

—No quieres ayudarme. Sólo quieres que tu novio salga ileso. Sólo quieres mantenerle a salvo —lágrimas empezaban a caer por sus mejillas.

No me podía sentir peor, pero esa era la realidad. Si algo le pasaba a Hugo, me destrozaría.

—No me toques, por favor —suplicó.

Ignoré sus palabras y empecé a acariciar su rostro muy cerca de la herida, para aliviar un poco el dolor. Él, instantáneamente suspiró y cerró sus ojos. Mi tacto parecía surgir efecto en él.

Sólo amigos, lo prometoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora