Uno.

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Mateo

Miré de nuevo a sus labios mientras Mauro terminaba de contarnos una de sus tantas anécdotas. Estaba, como de costumbre, hipnotizado con el movimiento de su muñeca acercando el cigarro a su boca y de vuelta lejos, mientras abría levemente los labios para expulsar el humo.  

En un momento su mirada chocó con la mía y me dedicó una media sonrisa que me hizo sonreír como un tonto mientras ella devolvía la vista a nuestro amigo. La risa de Daniel fue la que me sacó de mis pensamientos, pero enseguida me giré levemente para observar la risa de la chica y cómo se colocaba bien la gorra.

Me dediqué a contemplar su pelo corto y rubio y su tez blanca, sobre la que resaltaban sus preciosos ojos azules, mientras ella seguía fumando durante el momento de silencio que se había formado entre todos. Sonreí un poco cuando se sentó sobre el banco con las piernas cruzadas y me concentré en el pequeño gesto que hacía su nariz cuando le daba alguna calada a su cigarrillo.

Cuando quise darme cuenta, todas las miradas estaban sobre mi, incluida la de Sara, y sacudí la cabeza tratando de ubicarme.

- ¿Qué?- Pregunté mirando a Valentín, que al parecer era el que había hablado.

- Digo que como te fue con el examen de historia.- Repitió y yo me encogí de hombros.

- ¿Para qué mentir? No me sabía nada.- Todos rieron y la única chica levantó el puño para que lo chocase con el mío, y así hice.

- Toma, yo tampoco.- Rió, y pensé que tenía la sonrisa más bonita del mundo.- Me voy a tener que ir yendo, van a cerrarme la puerta.- Informó poniéndose en pie, sacudiendo su pantalón y arrojando el cigarro al suelo antes de pisarlo.

- Te acompaño.- Me ofrecí automáticamente parándome a su lado. Levantó una ceja y enseguida me sonrojé.- No es que piense que no podés ir sola, pero mi casa queda cerca y...

- Está bien.- Rió y se despidió con un beso en la mejilla de Valen, Dani, Mauro y Lucho. Yo les saludé con un gesto antes de meter las manos en los bolsillos y caminar detrás de Sara por donde había empezado a caminar.

- Y... ¿cómo te fue en el examen?- Pregunté nervioso, tratando de sacar un tema de conversación. Y enseguida me quise matar por ser tan estúpido de preguntar exactamente lo que acababa de decir. Ella soltó una carcajada, girándose para mirarme y sentí algo extraño en el abdomen al ver su pelo elevarse cuando se giró sonriendo.

- Pues... como acabo de decir: para el orto.- Rió e imité su acción.- Pero bueno, iba a suspender el curso de todas formas.- Dijo encogiéndose de hombros y dándole una patada a una lata que había en el suelo. Esbozó una sonrisa triunfante cuando consiguió que entrase limpiamente en un hueco que había en un muro y yo me quedé como tantas otras veces impactado con sus dotes para el fútbol.

- Perdón por ser tan boludo, es que me desconcentrás.- Me excusé, haciendo uso de toda mi fuerza de voluntad para decir eso. Ella soltó una carcajada y pasó su brazo por encima de mis hombros.

- Y, ¿cómo no amarte si sos todo un tierno?- Rió apretándome contra ella y no pude evitar ilusionarme, incluso sabiendo que solo lo decía como amiga.

No tardamos mucho más en llegar a la puerta del orfanato en el que vivía Sara. Siempre me había dado escalofríos ese lugar, y entendía por qué ella prefería quedarse con nosotros hasta que cerraban las puertas y tenían que estar todos dentro.

- Mejor nos despedimos aquí, no vaya a ser que nos vea alguien.- Dijo frenando en la esquina de la calle.- La última vez que me acompañó Mau, una monja estuvo retándome por más de una hora porque un chico me había besado el cachete.- Rodó los ojos y reí antes de inclinarme un poco para dejar un beso en su mejilla.

- Espero que no te reten por mi culpa, pero no me puedo resistir.- Sonreí cuando nos separamos. Ella rió y apretó mis cachetes haciendo una mueca.

- Dejá de ser tan lindo, no vayas a enamorar a alguien.- Rió y yo solo la miré. Ojalá supiera que a la que quería enamorar era a ella.

- Nos vemos mañana en clase.- Me despedí sin decir nada más y ella sonrió antes de darse la vuelta.

La miré  de espaldas hasta que entró por la puerta, y hasta que no me aseguré de que estaba dentro, con la puerta cerrada, no seguí mi camino, pasando por delante del edificio para llegar hasta mi casa.












va a ser un poco raro tratar de hacer a Matu medio timido, pero me da mucha ternura.


Pibes; Trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora