Veinte.

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Sara

Me sorbí la nariz, secándome las lágrimas, cuando escuché la puerta abriéndose. Bloqueé el celular, donde había estado viendo fotos de las últimas vacaciones, es decir, las de Navidad, que me había sacado con Pedro cuando nos escabullimos de la aburrida cena organizada por las monjas. Me había llevado a un parque cerca del orfanato donde él iba de pequeño con su familia y me había dicho que me lo enseñaba porque ahora yo era su familia.

Giré la cabeza para ver a Mateo mirándome desde la puerta y noté cómo se me volvían a humedecer lo cachetes. Venía solo y supuse que su padre estaría acostando a Emi. Yo me había subido al piso de arriba antes de acabar la cena, después de agradecerle al hombre por todo, porque estaba segura de que sino rompería a llorar delante de todos, y odiaba que me vieran llorando.

- Eu, Sara, ¿querés chocolates?- Preguntó borrando la sonrisa que traía en su rostro.- Mi viejo nos acaba de dar.

Negué con la cabeza y me sequé las mejillas con la manga de mi sudadera, dejando mi vista fija en el suelo de la habitación. El chico no dijo nada más y cerró la puerta del cuarto antes de sacarse la remera. Yo me levanté de su cama y él me miró serio.

- No pienso dejar que duermas en el sillón.- Habló firme y yo rodé los ojos mientras me sorbía la nariz.- Te lo digo en serio, Sara. Dale, tumbate, boluda.

Suspiré y, como siempre que dormía con alguno de los pibes, me quité la camiseta y la sudadera, porque siempre dormía en ropa interior. Me dejé los pantalones porque eran parte de un chándal que me resultaba cómodo y me tiré sobre la cama de Mateo.

- ¿Tenés música, Matu?- Pregunté mientras él se tumbaba a mi lado con el celular.

- Obvio.- Sonrió conectando los auriculares. 

Yo me puse uno de los altavoces en la oreja y él el otro mientras empezaba a sonar "Rain". 

- Es mi canción favorita, ¿sabes?- Cuestioné con los ojos cerrados, notando como jugaba con mi pelo. Abrí un ojo para mirar su sonrisa y no pude evitar sonreír con él.

Me giré para abrazarme a él como un koala, con cuidado de que no se desconectasen los cascos y rió un poco, poniendo una de sus manos en mi cintura y acariciando mi pelo con la otra. 

Escondí mi cara entre su hombro y su cuello después de un rato, oliendo su colonia, y reí.

- Hueles re bien.- Dije mirando hacia arriba y viendo como él me miraba con una sonrisa.

- Dale, dormite, beba.- Susurró bajando sus dedos desde mi pelo hasta mi espalda, haciendo círculos en esta.

Cerré los ojos justo cuando acabó la canción y sonreí concentrándome en los movimientos de su mano sobre mi espalda desnuda.

Cuando estaba a punto de quedarme dormida paró y noté como se intentaba levantar, seguramente para irse a dormir al sillón de su habitación. Me abracé aún más fuerte a él, impidiendo que se fuera, sin abrir los ojos.

- Quedate.- Pedí en un susurro y él dejó un beso en mi frente antes de volver a colocarse en la cama conmigo entre sus brazos.















lpm, no sé pero yo les amo.

Pibes; Trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora