Once.

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Mateo

Recogí malhumorado mis cosas y salí al pasillo con el ceño fruncido para alcanzar la salida.

- Che, Mateo.- Escuché que me llamaban desde mis espaldas y me giré para ver a un chico que, si mal no recordaba, iba a literatura con Sara.- ¿Qué onda con Sara?

- ¿Cómo?- Pregunté nervioso, no podía ser que ya se supiera por toda la escuela que me gustaba.

- Digo, se fue en mitad de la hora de literatura corriendo. No se si sabes qué le ha pasado.- Aclaró y suspiré aliviado.

- No tengo idea, no hablamos desde la mañana.

- Bueno, preguntale.- Sugirió, y me dieron ganas de gritarle que claro que iba a hacerlo, que era mi mejor amiga.- Gracias.

- Chau.- Me despedí antes de darme la vuelta y caminar de mal humor hasta la salida.

- Mateito.- Exclamó Mauro cuando llegué a la esquina y todos los chicos me sonrieron.

- Hable con Sara, y no creo que vuelva a hacerlo nunca más.- Dije antes de que empezasen con sus teorías.

- Ay, Matu, dale.- Se quejó Nacho pasando un brazo por encima de mis hombros y tendiéndome un cigarro. Lo acepté y lo prendí con el encendedor que me tendía Dani mientras empezábamos a caminar.

- No, es en serio. No sabes que vergüenza, boludo.- Suspiré y le di una calada al cigarrillo.- Igual mejor que ni le hable porque no para de decirme que nunca podría estar conmigo.

- No sabe lo que se pierde.- Aseguró Luchito sacándome una sonrisa.

- ¿Pinta tarde de alfajores y free en mi casa?- Cambió Mauro de tema y, como todos estuvimos de acuerdo, nos despedimos para ir comer a nuestras respectivas casas y juntarnos a la tarde.

No tardé mucho en llegar a casa y saludé a mi padre antes de comer rápidamente y subir las escaleras para encerrarme en mi habitación hasta la hora que habíamos acordado con Mau. Me frené frente a la puerta de la habitación de Emi y le escuché jugando al otro lado, sacándome una sonrisa. Hacía mucho que no pasaba tiempo con él.

- ¿Se puede?- Pregunté picando en la puerta y abriéndola un poco, dejando ver a mi hermano sentado sobre la alfombra, rodeado de todos su peluches. Él levantó la vista y me dedicó una sonrisa asintiendo con la cabeza.- ¿A que juegas?- Inquirí sentándome a su lado.

- Soy el rey de un castillo, mirá; ahí está mi dragón.- Señaló a un dragón azul que había tenido desde chiquito y sonreí.

- ¿Cómo se llama el dragón?- Cuestioné cogiéndolo en mis brazos.

- Pepe.

- ¿Pepe?- Reí y él asintió con la cabeza. Abracé al peluche como hacía Emi y me hice el que hablaba con él.- Un gusto, Pepe, soy Mateo.

Mi hermano rió y me siguió enseñando al resto de peluches hasta que me tuve que ir a casa de Mauro. Y cuando salí de su habitación me sentía muchísimo mejor.










trato de no sacarlo tanto pero Emi me puede. tipo, no puedo evitar que aparezca en las historias, lo siento pero le amo. 

Pibes; Trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora