Trece.

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Mateo

Colgué preocupado el celular ante la atenta mirada de Dani y me puse rápido en pie.

- ¿Qué pasó?- Preguntó dándole un sorbo a su vaso con cola. 

- Era Sara.- Informé suspirando.- Quiere que vaya.

- ¿Y vas a hacerlo?- Cuestionó él sarcásticamente.- Mira que eres boludo, Matu.- No contesté y simplemente me quedé mirándole.- Te estás haciendo daño a ti mismo con Sara.

- Voy a ir, Dani, mirá si pasó algo.- Determiné agarrando mi campera de la silla en la que estaba sentado. 

Él resopló y me dirigí a la terraza de la casa de Mau, donde estaban el resto de chicos tirando free.

- Matu.- Saludó Luchito girándose para mirarme.

- Me voy, me surgió algo.- Me excusé y ellos asintieron con la cabeza sin darle demasiada atención. Volví a entrar a la casa y pasé al lado de Daniel para alcanzar la puerta.

- Matu...- Me llamó el chico soltando un suspiro. Me giré para mirarle con la mano agarrando el pomo de la puerta y alcé las cejas para que siguiera.- Perdón, pero me frustra que seas tan masoquista. Vete si quieres.

- No te tenés que preocupar por mi, Dani, no tengo cinco años.- Dije con calma y me giré de nuevo para salir por la puerta.

Puse rumbo al orfanato de Sara lo más rápido que pude y en unos diez minutos ya estaba picando al timbre. Me atendió una monja, que me miró con el ceño fruncido, y rodé los ojos antes de poner mi mejor cara de niño bueno.

- Hola, vengo a ver a Sara Rivetti.- Informé con una sonrisa.

- ¿Nombre?

- Mateo Palacios.

Ella se dio la vuelta sin acotar nada más y entró de nuevo a la casa. Volvió al cabo de un minuto y abrió del todo la puerta, dejándome pasar.

- Ya se donde es, gracias.- Hablé cortante cuando se disponía a mostrarme el camino a la habitación de Sara. La señora me miró mal y se dio la vuelta por el pasillo para caminar en dirección contraria a los cuartos de las niñas.

La de Sara era la habitación número dos, así que no tuve que caminar mucho para alcanzar la puerta. Golpeé la madera y escuché como parecía que se levantaba de la cama y se acercaba a la entrada. Abrió un poco la puerta y me miró antes de abrir del todo.

- ¿Pasó algo?- Pregunté al ver su mirada de pena cuando entré con ella. La chica asintió con la cabeza con el mismo gesto que hacía al aguantarse las lágrimas y me acerqué para rodearla con mis brazos en un intento de calmarla.- No tenés que contarme si no querés.- Susurré después de un rato en silencio, con su cara entre mi cuello y mi hombro.

Ella suspiró separándose de mi y limpiándose las lágrimas.

- Lo siento, Matu, siento haber sido tan mala contigo...- Se disculpó.

- No tenés que llorar por eso, Sara, está bien.- Sonreí de lado apoyando mi mano en su hombro y ella se sentó en la cama, haciéndome sentarme a su lado.- No es por eso que me llamaste, ¿no?- Inquirí al ver su expresión. Negó con la cabeza bajando su mirada a sus manos y volvió a tratar de no llorar.

- En literatura me llamaron del orfanato.- Comenzó y ya me temí lo peor, porque nunca nombrábamos a ese lugar así.- A Pedro le... dio un paro cardíaco.- Me llevé una mano a la boca y dejé que siguiera porque no sabía que comentar al respecto.- Me llevaron al hospital con Marta porque estaba en reanimación y estuvimos mucho rato esperando, pero...

No dejé que terminara antes de abrazarla y acariciar su pelo, haciéndola apoyar su cara en mi pecho. Sabía lo importante que era Pedro para ella, que había estado ahí cuando no tenía a nadie y que era un referente para ella, y nunca me había imaginado que podría quedarse sola de nuevo de un momento a otro.

- Podés llorar, ¿sabes?- Cuestioné haciéndole soltar una leve risita.

- Sabes que odio llorar.

- Llorar no es débiles, todos necesitamos hacerlo y es completamente normal que lo hagas con lo que te acaba de pasar.- Repliqué, era una cabezota y no iba a llorar simplemente para hacerse la fuerte.- A veces es necesario llorar para desahogarte y nadie debería juzgarte por ello, porque significa que eres humana y tienes sentimientos. Yo nunca te voy a juzgar, y mucho menos por llorar.- Seguí mientras ella se separaba de mi y dejaba que cogiera su cara entre mis manos con cuidado.

- Es que no puede ser verdad.- Habló haciendo que se le rompiera la voz. Volví a abrazarla cuando comenzó a llorar.

- Lo siento muchísimo, Sara.- Susurré contra su pelo y no se muy bien como acabamos tumbados en la cama, con mi brazo rodeando sus hombros y sus lágrimas mojando el hombro de mi camiseta.

- Prométeme que tú no te vas a ir, Matu, aunque sea una forra con vos.- Pidió alzando la vista para mirarme. Sonreí de lado mientras le limpiaba las lágrimas y suspiré.

- Si sos una forra, pero no me voy a ir. Te lo prometo.- Acoté y ella me abrazó fuerte escondiendo de nuevo su cara entre mi cuello y mi hombro.

















si es una forra con el bb de Matu.

Pibes; Trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora