Sara
Tiré la mochila en la habitación y agarré mi móvil antes de salir de nuevo al pasillo, donde me esperaba una de las hermanas.
- ¿Dónde está?- Inquirí mientras las niñas pequeñas, que recibían clases en el propio hogar de acogida, empezaban a asomarse desde las habitaciones para ver qué ocurría.
- Marta llamó a una ambulancia en cuanto le vio.- Informó, refiriéndose a la otra chica que trabajaba en el orfanato como tutora legal, junto con Pedro. Bufé pasándome una mano por la cara; nunca me había caído bien esa chica, y a Pedro tampoco.
- ¿Puede llevarme alguien a verle, por favor?- Pregunté tratando de no perder los estribos de la desesperación. La señora asintió con la cabeza y se alejó rápidamente por el pasillo para buscar a alguien que tuviera carnet de conducir.
Me senté en el suelo con la espalda apoyada en la pared y fulminé con la mirada a las niñas que se asomaran, que entraron de nuevo a sus respectivas habitaciones. Saqué el celular por inercia y volví a apagarlo volviendo a alzar la mirada y resoplando.
No tardó en llegar de vuelta, con uno de los profesores de las nenas pequeñas, y me puse rápidamente en pie.
No dije nada y simplemente caminé tras él hasta el coche, sin mirar atrás. El hombre trató de sacar tema de conversación durante el camino, pero no respondí a ninguna de las preguntas que me hizo. Llegamos al hospital tras media hora de viaje en coche y él me acompañó hasta la recepción, en cuya sala de espera se encontraba sentada Marta. Corrí hacia ella y al ver su cara me senté a su lado.
- ¿Qué ha pasado?- Pregunté observando cómo el profesor daba media vuelta y se dirigía de nuevo al aparcamiento.
- Cuando llegué a nuestra habitación después de recoger el desayuno de las niñas estaba en el suelo, según el chico de la ambulancia ha sufrido un paro cardíaco.- Explicó como pudo, tratando de que no se le rompiese la voz.
- ¿Dónde está?- Exclamé poniéndome en pie y ella posó su mano en mi hombro y me sentó de nuevo.
- Está en reanimación, cariño, no podes entrar.- Susurró apoyando mi cabeza en su hombro y me acarició el pelo a la vez que yo trataba de calmar mi respiración para no llorar.- Va a salir todo bien, ya lo verás.- Aseguró y dejó un beso en mi frente que, en cualquier otra ocasión, hubiera repudiado viniendo de ella.
No sé cuanto tiempo pasamos en la sala de espera, vacía, pero cuando un médico entró a la sala y nos miró negando con la cabeza no me importó para nada el tiempo perdido en el hospital. Dejé de escuchar y se me nubló la vista sabiendo perfectamente lo que significaba su mirada de lástima, y noté como Marta me rodeaba con sus brazos, sollozando sobre mi hombro.
Sin embargo, yo no lloré. Cuando la chica se calmó y me indicó que nos teníamos que ir me puse de pie mecánicamente y caminé tras ella hasta la calle. Pedimos un taxi y nos montamos dentro sin hablar; ella mirando a sus manos y yo al frente, con la mirada perdida.
- ¿Querés que te traiga algo de comer? No has almorzado nada.- Cuestionó Marta cuando llegamos al orfanato. Los pasillos estaban vacíos y ya extrañaba a Pedro recibiéndome en su habitación con un beso en el cachete y su característica sonrisa.
- Quiero que te marches.- Contesté seca, y me metí en mi habitación cerrando de un portazo y colocando el pestillo.
Me tiré en la cama aún con la vista perdida, esta vez en el techo, pero seguí manteniendo la compostura. Todo esto tenía que ser una broma de mal gusto.
Agarré el celular del bolsillo de mi pantalón y marqué el número de Mauro, porque de verdad necesitaba alguien con quien hablar. No contestó. Tampoco lo hicieron Nacho, Dani o Lucho. Iba a desistir cuando me crucé con el contacto de Mateo y me lo pensé un poco antes de hacer clic en el botón verde.
- ¿Qué quieres, Sara?- Preguntó frío.
- Mateo...- Susurré y se me quebró la voz.
- ¿Qué ha pasado?- Inquirió alarmado.
- ¿Puedes venir a... casa, por favor?- Pedí con un hilo de voz y el chico colgó el teléfono después de asegurarme que ya estaba viniendo.
Apoyé mi celular en mi pecho y suspiré cerrando los ojos y dejando caer una lágrima hacia mi pelo.
bien, esto no ha sido idea mía; quejas a Cristina.
