Mateo
- ¡Sara!- Exclamó Emilio cuando entramos por la puerta de casa, tirando a Pepe al suelo y corriendo a abrazar a la chica, que se agachó para quedar a su altura. Hacía mucho que mi hermano no coincidía con los pibes y, por consecuente, con Sara y Mauro, que era con los que mejor relación tenía.
- Boludo, pobre Pepe, lo mandaste a la mierda.
- ¿Se llama Pepe?- Preguntó la chica señalando el dragón cuando ella y Emi dejaron de reír con mi comentario.
- Si, ¿querés que te enseñe el castillo que Matu me ayudó a construirle?- Cuestionó mi hermano corriendo a coger al peluche. Sara asintió y después de dedicarme una mirada divertida corrió con Emilio al piso de arriba.
Suspiré, negando divertido con la cabeza, y caminé hasta la cocina, donde mi padre estaba haciendo la cena.
- Hola, Matu.- Saludó alzando la vista hacia mi.- Vino Sara, ¿no?
- Si, ¿podés llamar al orfanato y avisar que se queda?- Le pedí sentándome en la mesa.
- ¿A dormir?- Me miró extrañado cogiendo el celular y yo me encogí de hombros.
- No le gusta mucho estar allí desde... bueno.- Él asintió con la cabeza mientras llamaba al número del hogar de acogida, que ya tenía agendado de otras veces.
- ¿Querés que os prepare unos mates?- Inquirió tras hacer la llamada bajo mi atenta mirada. Me encogí de hombros y él me imitó haciéndome reír.
- Sos alto boludo, pa.
Se encogió de hombros de nuevo, tal como había hecho yo y negué con la cabeza mordiéndome el labio.
- Anda, subí arriba y vigila que tú hermano no aburra mucho a Sara con Pepe y su castillo.- Pidió.- Cuando esté el agua para los mates los subo.
Asentí con la cabeza y me puse en pie de un salto para subir las escaleras hasta el cuarto de mi hermano. Escuché las risas de Emi y Sara y sonreí antes de abrir la puerta, encontrándolos en el suelo junto al castillo que el niño se había negado a desmontar la noche anterior.
- Hola, Matu.- Saludó mi hermano moviendo su manita y haciendo que la chica se guarde para mirarme con una sonrisa.
- Alto castillo os mandasteis.- Rió señalándolo con la cabeza.
- Tenías que haber visto la discusión entre Emi y mi viejo porque el señorito no quería desmontarlo.- Hablé sentándome a su lado y señalando a mi hermano con la cabeza.
- Es que es el castillo de Pepe, ¿dónde va a dormir sino?- Se quejó haciendo puchero.
- En tu cama, como siempre.- Dije obvio y él se cruzó de brazos.
Sara rió y apretó sus cachetes con una sonrisa.
- Debe de ser de familia lo de tener los cachetes tan blanditos.- Observó girándose para apretar los míos y los tres reímos.- Y la sonrisa bonita.- Añadió mirándonos consecutivamente a Emilio y a mí.
bueno, ponganle nombre al castillo de Pepe, por favor.
