Peter no debería estar en prisión. ¡No fue su culpa! ¡Era inocente! Sin embargo sabía que, hasta el día del juicio, debía permanecer entre rejas rodeado de peligrosos delincuentes.
Por su parte otro recluso, Tony Stark, sintió que era su deber ayuda...
Sé que prácticamente acabo de actualizar con el anterior capítulo, pero quiero aprovechar que he tenido un rato de inspiración para publicar el capítulo 8.
¡Disfrutadlo!
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Las lágrimas brotaban de sus ojos sin que pudiera hacer nada para evitarlo. Agarró las sábanas y se cubrió hasta la nuca, encogiéndose en posición fetal e intentando que no se le escuchara. Las luces de la prisión se habían apagado y todos los presos dormían, pero él era incapaz de conciliar el sueño. Sólo tenía ganas de llorar. Había metido a Tony en un lío por su culpa y, aunque el preso le había comprado para colocarle bajo su protección, lo cierto era que Peter no se sentía a salvo en absoluto.
No debió darse cuenta de que sus intentos por contener los sollozos provocaban convulsiones que meneaban toda la litera. Stark se desveló, percatándose al momento del estado emocional del chico, y no dudó un segundo en saltar de su cama al suelo y meterse en la de Peter.
Al notar cómo daba un respingo, le siseó para que se calmara.
—Tranquilo, muchacho. No voy a hacerte nada. —Tony...
Se hizo a un lado para dejarle más hueco. Cabían los dos, pero debían estar muy apretujados. Sus rostros estaban a poca distancia el uno del otro. El chico no podía verlo debido a la penumbra, pero podía sentir su aliento a un palmo de él.
—Te oigo llorar. —Lo siento. Intenté que no se escuchara. —Ni te disculpes, Parker. No es raro llorar entre estas cuatro paredes. No eres el primero ni serás el último.
Le pasó una mano por la mejilla, notándola húmeda por las lágrimas, y usó las sábanas para secárselas cuidadosamente. Aquel gesto protector alivió sobremanera a Peter, aunque no le libró de la angustia que le atenazaba.
—Tengo miedo, Tony—confesó. —¿Miedo de qué?—le sonrió—. No te va a pasar nada. Estás bajo mi protección ahora. Quien quiera hacerte daño tendrá que vérselas primero conmigo. —No me fío de Loki. ¿Y si busca vengarse de mí? —No funciona así—negó—. Ahora yo soy su blanco. Le debo pasta. Tú no estás en sus pensamientos ahora mismo. —¿Y si te hace algo a ti? ¿Y si no puedes pagarle? —Eso es asunto mío, no te preocupes. Intenta ser todo lo feliz que puedas dentro de lo que cabe y el tiempo que te tengan aquí, ¿de acuerdo?
Aunque seguía preocupado, Peter asintió y tomó aire lentamente para soltarlo con la misma lentitud. La cercanía con Tony, aunque le calmaba, también comenzaba a tensarle, de manera que se dio la vuelta y se colocó dándole la espalda. Entonces, sintió las manos del mayor abrazándole desde atrás y pegándose a su espalda.
—No te importa que me ponga así, ¿verdad?—le susurró—. Si te sientes incómodo con cualquier cosa que haga, dímelo. —Estoy bien—respondió, dejándose abrazar—. Su...supongo que necesitaba un poco de cariño. —Lo mismo digo.
Fueron las últimas palabras de ambos antes de cerrar los ojos y caer dormidos profundamente.
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