EL FINAL (a petición de los lectores)

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Decidió salir a que le diera el aire. Los bafles de la discoteca rebotaban violentamente y el sonido de la música le taladraba el pecho.

Se abrió paso a través de la multitud, que bailaba y se lo pasaba en grande en aquella fiesta organizada por su facultad para celebrar el final de las clases, y salió al exterior tomando una gran bocanada de aire.

La noche veraniega había refrescado y soplaba una ligera brisa que a Peter se le hizo de lo más agradable.

La discoteca donde habían decidido ir todos los estudiantes se encontraba junto a un muelle, sobre cuya barandilla se apoyó para mirar el río caudaloso que hacía su recorrido varios metros más abajo, iluminado por la luz de las farolas y la luna.

Había transcurrido un mes desde que saliera de la cárcel. Lejos de lo que sospechaba, en su universidad había sido recibido como un héroe. Todos habían creído fielmente en su inocencia y, en vistas de que su ya ex novia continuaba en busca y captura, probablemente fuera del país, la verdad de Peter era absolutamente incuestionable.
Desde su regreso, se había esforzado por recuperar las clases perdidas, hacer exámenes a los cuales no había podido presentarse y ponerse al día de todos los trabajos que le faltaban por entregar.

Por consecuencia, su vida social se había visto seriamente mermada, dedicando todas las horas del día a la carrera y a la tarea de sacar el curso adelante como fuera. Sus mejores amigos, Ned y MJ, le habían ayudado, y entre todos habían conseguido que Peter pasara aquel curso con notas extraordinarias a pesar de su ausencia.

Ahora tocaba divertirse. Se lo merecía. Además, es lo que Tony no paraba de repetirle cada sábado, día elegido por Peter para ir a visitarle a la cárcel.
Todos los presos tenían derecho a una visita semanal por parte de un familiar o amigo autorizado, y en la vida actual de Stark esa única persona era Peter, ya que su anterior vida como estafador le había acabado dejando completamente solo salvo por Steve y Bucky, sus amigos dentro del centro.

La visita semanal era bastante incómoda, ya que se realizaba a través de cristales. El "encuentro" duraba unos cuarenta minutos pero, debido a que era una sala común llena de presos y familiares, era harto difícil poder mantener una conversación normal sin distracciones y sin tener que levantar la voz.
A pesar de todo, Peter no había faltado un solo sábado a su cita con el preso. Tony no paraba de repetirle que se divirtiera, que saliera un poco, que no se aferrara tanto a él. Tal y como le pidió antes de su libertad, el mayor quería lo mejor para el chico.

Peter siempre apelaba a que tenía que estudiar y hacer trabajos, excusa completamente cierta. Pero aquel sábado, tras haber acabado las clases el viernes y con unas notas que no tenían nada que envidiar a las de sus compañeros, el chico había vuelto a ir a ver a Tony y le había contado que acudiría a la convocatoria de fiesta que habían organizado en la discoteca del muelle.

«¡Eso es perfecto, Underoos!» le había dicho el preso, medio gritando para hacerse oír entre tanto jaleo de la sala «¡Ahora sólo te falta echar un buen polvo!»
«Ni hablar» había negado él «Eso me lo reservo para ti»

El vis a vis íntimo. Todos los presos tenían derecho a uno mensual, y Tony ya había redactado una instancia solicitándolo. Estaban a la espera de que le fuera concedido, y Peter no podía tener más ganas.
Tras un mes viéndose a través de un rallado y sucio cristal, no veía el momento de poder besar y abrazar a Tony.

Y allí estaba, apoyado en la barandilla del muelle, con la brisa acariciándole el rostro y revolviéndole el cabello y pensando en la persona a la que más echaba de menos, a pesar de haberle visto aquella misma tarde.

Entre rejas (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora