Parte 9: Emboscada

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Pues aquí estoy de nuevo, aprovechando este periodo de intensa inspiración.

¡Dejadme comentarios bonitos ^^!



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Transcurrieron varios días en los que Peter pudo saborear, por fin, un sentimiento casi completo de seguridad.
En todo momento iba acompañado de Tony, Steve y Bucky, con quienes charlaba y practicaba diversas actividades, como los entrenamientos en el gimnasio, e incluso Peter se había animado finalmente a jugar al baloncesto con ellos y otros presos.
Tony solía ausentarse cada día un par de horas, ya que participaba en un taller donde hacían pulseras para venderlas y sacar algo de dinero, y de esta manera poder hacer frente a su deuda con Loki. Peter, Steve y Bucky le habrían ayudado de no ser porque no quedaban más plazas para inscribirse. Todo el mundo quería conseguir dinero a toda costa, pero hasta la temporada siguiente no podrían obtener su cupo allí.

Los momentos de paz del muchacho sólo se rompían cuando se cruzaba con Loki o lo distinguía entre los otros presos. Entonces, su corazón comenzaba a palpitar con fuerza y se le secaba la boca.
Por suerte, tal y como le había indicado Tony, él ya no era el centro de atención de Loki, quien pasaba completamente de él, prácticamente como si no existiera.

La primera vez que vio a los presos que habían pagado por sus servicios, un par de días después del suceso, le temblaron tanto las piernas que estuvo a punto de caerse al suelo, de no ser porque los brazos de Tony le agarraron antes de que ocurriera.
Por suerte, se había ido recomponiendo con los días, y ahora podía mirarlos sin problemas cuando se los encontraba.


Una de esas noches, tras el apagón de luces, Peter distinguió una silueta acercándose a la puerta de su celda, que dejaban abierta a pesar del toque de queda.
No necesitó forzar demasiado la vista: era Loki.

Por unos momentos creyó que el preso venía a por él, y su corazón aceleró sus latidos haciéndole sudar.
Pero la voz del preso se hizo escuchar, entre susurros, y no le llamaba a él:

—¡Tss! Stark... ¡Stark!

Peter, que se estaba haciendo el dormido, notó cómo toda la litera se removía con el movimiento del cuerpo de Tony al despertarse.

—No son horas, Loki.
—Escucha. Tengo María de la buena. Ven a la lavandería y te la enseño.

Tony se incorporó en la cama, frotándose un ojo.

—Tío... Te debo dinero. ¿Y vas a regalarme marihuana?
—No seas ingenuo—le reprochó—. No te la voy a regalar. Te la voy a dar para que me ayudes a venderla, como en los viejos tiempos. Así vas cobrándote la deuda.
—Mm... No es mal plan.

Peter entreabrió los ojos para ver los pies descalzos de Stark deslizándose hasta apoyarlos sobre la mesilla de noche, y de ahí saltó al suelo y se acercó a la puerta de la celda.

—Como nos vean los funcionarios...
—No seas nenaza. Están a lo suyo, como siempre. No nos están vigilando. Igualmente debemos tener cuidado, así que vámonos ya.

Salieron de la celda, dejando a Peter intranquilo dentro de sus sábanas.

Caminaron en silencio, vigilando en todo momento que los funcionarios no les vieran. Como le había indicado Loki, estos parecían más preocupados en holgazanear que en andar vigilando por los pasillos.
No solían darse problemas de noche. Por norma general, los presos cumplían con el horario de sueño y no se levantaban salvo si debían ir al baño o tenían alguna urgencia, motivo por el cual dejaban todas las puertas de las celdas abiertas.

Entre rejas (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora