Parte 17: El final

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Peter juraría que jamás había visto a nadie tan pálido como Loki en esos momentos. Parecía como si en cualquier momento fuera a desmayarse de la impresión.

Y el muchacho sonrió. Sonrió como hacía mucho que no lo hacía, relamiendo esa sensación de éxito y alivio que acababa de descargarse por todo su cuerpo tras tantos días de angustia e intranquilidad.
Había costado, y había sido complicado. Pero lo habían logrado, y ahora toda la cárcel lo sabía.

Loki intentó lanzarse a por Tony, en un intento desesperado por recuperar la llave de su poder e influencia en el presidio, pero varios presos que contemplaban la escena se interpusieron y le empujaron hacia atrás, haciéndole trastabillar.
El sentimiento de odio hacia Loki era unánime, al parecer. Todos habían deseado verle así de desvalido y frágil, pero habían callado por miedo. Ahora, sin embargo, se veían envalentonados al saber a Tony con el sobre que contenía todo su poder.

—¡Pagarás por esto, Stark!—le dijo el moreno, apretando los dientes y temblando de rabia, aunque Peter hubiera jurado que lo hacía de puro miedo.
—¿Pagar? Claro que voy a pagar, Loki, pero no a ti—Le guiñó un ojo y sacó tres billetes de cincuenta dólares, dándoselos a los presos que acababan de interponerse entre él y el matón—. Llevadlo a un cubículo y metédsela hasta que le salga por la boca.
—No, Tony—lo frenó Peter.

El mayor le miró con extrañeza, sosteniendo los tres billetes entre sus dedos.

—¿No? Peter, este tío nos ha jodido la vida, y mi culo ya que estamos.
—Lo sé, pero... Nosotros no somos así. No somos como él—Le acarició el brazo—. No te conviertas en el nuevo Loki, Tony. Por favor.
—Tiene razón—dijo la voz de Bucky, a quien acababan de soltar y se levantaba, vestido únicamente con los calzoncillos—. Loki es la peor calaña que he visto en mi vida, y no pienso parecerme en lo más mínimo a él.
—Está bien—comprendió Stark, pero entregó los billetes a los presos—. En ese caso, no le violéis. Sólo dadle una paliza.

Los presos estallaron en júbilos y aplausos, mientras los pagados cogían a Loki contra su voluntad, haciendo caso omiso a sus súplicas, y lo metían en uno de los cubículos para soltarle una ristra de patadas y puñetazos.

Peter hubiera preferido que Stark no hubiera ejecutado esa orden, pero entendía sus ansias de venganza.
El muchacho había tenido que sufrir a Loki unas dos semanas. Tony llevaba haciéndolo años. Una paliza era lo mínimo que merecía por todo el sufrimiento causado a él y a otros tantos presidiarios.

Steve se acercó a Bucky y lo besó, provocando más aplausos y gritos de felicidad.

Acababan de convertirse en los héroes de la cárcel.

Nunca había asistido a un juicio

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Nunca había asistido a un juicio. Todo lo que conocía lo había visto en las películas, y lo cierto era que no difería mucho de lo que tenía delante, salvo que había menos gente y su abogado no sobreactuaba cuando tocaba defenderle.

Entre rejas (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora