–Definitivamente desapareciste, ¿No es así?–el pelirrojo revisaba entre sus cosas el pendiente que He Tian le había regalado, claramente no lo encontraba.
Habían pasado tres días desde la desaparición misteriosa del azabache y parecía irreal que no hubiera evidencia de su existencia, era como que todo lo que había vivido cerca de él de pronto se convertía en un sueño.
Rendido ante la búsqueda no no hizo nada más que suspirar. Quizá no se había convertido en un sueño, quizá desde un principio había sido un sueño.
Pero no se dejaría engañar por su mente.