Mo comenzó a trabajar en una pastelería después de clases, estaba a pocas cuadras de donde vivía por lo que no le complicaba el transporte.
-"No es necesario que trabajes"- decía continuamente la madre del pelirrojo cada vez que llegaba al departamento. No era la primera vez que Mo tenía un trabajo para aportar, pero si era la primera vez que salía tan tarde de éste, específicamente a las una de la mañana.-¿Cómo puede una pastelería cerrar tan tarde?-le preguntaba su madre con una taza de café.
-Bueno, tampoco puedo contestar eso- solía responder.
La tarde de aquel Jueves era obscura, mucho más que los demás. Se acercaba el invierno y la fría brisa lo avisaba, se avecinaba una lluvia. Jian Yi y Xhen Xi habían acompañado a Mo a la pastelería, decían, para comprar algo.
-Entonces, ¿has sabido algo de He Tian?-preguntó Jian en voz alta.
-¡Tshh!- Mo se pusó un dedo en la boca y le pidió silencio, no era un tema que le gustara hablar en publico, sobre todo porque estaba en el trabajo y habían varios clientes- No, ese He Tian no existe.
-No existe, pero parece que estás muy interesado en él-nuevamente habló fuerte, lo que hizo estallar al pelirrojo, quien golpeó a Jian Yi.
-Tiene razón, deberíamos hablar este tipo de cosas en otro momento- dijo Zhen Xi agarrando al albino, arrastrándolo a la entrada- nosotros nos vamos, parece que lloverá.
Ambos se fueron e inmediatamente comenzó la lluvia. La tienda se vació prontamente. Podía escucharse cómo la lluvia chocaba con las paredes y ventanas del local, parecía una tormenta.
-Si quieres puedes irte a tu casa, dicen que esto empeorará para la noche- dijo el dueño del local que acababa de bajar las escaleras- yo cerraré.
Tras decir esto, Mo salió, no llevaba paraguas y le daba vergüenza pedir uno prestado, así que rápidamente fue a su departamento. Por suerte había alcanzado a pasar a dejar la mochila antes a su habitación, así que no le importaba mucho empaparse.
Tras llegar y cerrar la puerta se sacó la camisa y las zapatillas. A esa hora su madre aún no llegaba, así que fue a la cocina a preparar algo para la cena.
-Recuerda considerarme a mi también- escuchó unos pasos acercarse a él, y al alzar la mirada vio que era el azabache, que había entrado sin autorización.
-¿Qué mierda haces aquí? Ni pienses que te haré algo, imbécil.
-Vamos, vine aquí con esta lluvia solo para verte- el mayor, mucho más alto que el pelirrojo se acercó a él para observar lo que hacía- enséñame a cocinar como tú.
-Ni lo pienses, ahora vete, no seré tu sirvienta ni te prepararé algo cada vez que me lo pidas, además es mi casa- dijo dándole la espalda.
Estuvo unos segundos así, luego de que no obtuviera respuesta, volteó.
Claro, no había nadie.
He Tian no existía.
Entonces, ¿Qué acababa de suceder?