Nuevamente.
Era de día, Mo Guan jugaba baloncesto junto al azabache. Ambos sudaban completamente pero no se detenían. La escena cambió a tonalidades frías y desabridas, dejando una amarga luz totalmente nívea.
"Ahora estamos solos" Aquella voz no tenía un timbre estable además de no provenir de ningún lugar. Mo no se entendía, se encontraba en la nada en total oscuridad, con esa voz retumbando en todo ese vacío, pronunciando palabras ininteligibles.
Creía estar consiente, quería despertar, abrir los ojos y ver la realidad, necesitaba buscar alguna forma de que esas pesadillas parasen, pero pensar todo eso dentro de un sueño era imposible por lo que solo se limitó a nada. Pensaba ver de vez en cuando unas manos que querían agarrarlo de los hombros, pero cada vez que enfocaba la vista "esas manos" desaparecían. Trató de correr, pero era lo mismo, no llegaba a ningún sitio y esa luz que alumbraba cierta nada seguía siempre a metros de él, como si avanzara a su lado.
Trató de voltearse pero una fuerza mayor lo impedía. Volvió a correr en dirección a la luz pero nunca la alcanzaba, siempre mantenía su distancia y eso lo trastornaba. Finalmente se rindió, y cansado se detuvo, cerró los ojos y al abrirlos allí estaba esa mano, en su hombro.
"Déjame volver"
La misma voz sin timbre. Repetía una y otra vez las mismas palabras. Mo hacía lo posible para voltearse pero no podía.
"Déjame volver a tu lado".
Tras despertar notó que estaba totalmente empapado de sudor y su respiración había acelerado. Sentía aún una fuerza menor en su hombro, esta vez pudo ver, y claramente no había nadie.
Realmente sentía cómo alguien le faltaba. Se sentía culpable.