Prefacio

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Se levanta a medianoche y pega un gritito del susto, empapada en sudor por la terrífica pesadilla que tuvo, todo tan raro y confuso. Alguien la perseguía, cuando intentaba mirar hacia atrás, simplemente no podía. Acompasa su respiración y no puede evitar recordar lo que soñó.

Estaba en un bosque, rodeada de árboles tupidos frondosos por doquier, un mar infinito verde de maleza junto con ramas, piedras y todo tipo de cosas típicas en la naturaleza se expandía frente a ella. Las tinieblas envolvían casi todo el lugar, excepto en donde mantenía fija la vista, donde caminaba, donde ella miraba y hacia donde parecía que se dirigía. Todo lo demás, eran solo sombras borrosas que se movían como la noche en sí misma. Seguía avanzando, paso a paso, sin poder detenerse, por alrededor -de lo que pareció-, diez minutos.

Sentía un extraño pesar en su espalda. Como si siguieran cada movimiento que hacía. Y aun así, no fuera suficiente, sin manera exacta de explicarlo, se le acerca "escalofriante". Intenta, nuevamente, observar a su perseguidor, sin obtener resultados diferentes. Imposible para ella, detenerse, continúa.

A cada paso que daba, el presentimiento de que estaba siendo observada, aumentaba. Entonces, alcanzo a ver una difusa sombra en la oscuridad que la perseguía. Supo inmediatamente que esa misma cosa era la que le impedía mirar hacia atrás. Sí, definitivamente, era la misma cosa. Comienza a correr, tratando de alejarse de aquello pero luce y corre más rápido que ella. En pocos segundos, está aún más cerca de lo que antes se encontraba.

Pero el paisaje cambió velozmente, en un segundo ya estaba en otro lugar y estaba ardiendo en llamas en una zona completamente oscura, mientras escuchaba una risa malévola lejana que a cada momento se hacía más fuerte, sonora y clara. Parecía como si no hubiese nada más allá del fuego que la quemaba, solo oscuridad. Oscuridad sin fin. No sabía de dónde provenía aquel sonido que la aterrorizaba, a cada momento, escuchaba como se acercaba más y más.

Sin poder explicarlo, se sentía rodeada, como en esos sueños, sabes lo que sucede pero no te explicas como. Criaturas o algo más que eso, la observaban fijamente, raras, extrañas y amenazantes, viendo cada uno de sus -pocos casi inexistentes- movimientos fijamente.

Su cuerpo inmóvil veía como esas cosas ocurrían a su alrededor.

Y el sueño se acaba, dejándola con una gran incógnita.

Trata de calmarse y apartar la pesadilla que tuvo fuera de su mente. Solo fue un mal sueño ¿no? Después de tranquilizarse a sí misma con palabras calmantes y un poco falsas, se duerme. Está vez, sin pesadillas con risas extrañas, bosques oscuros o monstruos acechándola.

Se despierta al escuchar el chirrido de una puerta abriéndose como en aquellas películas de terror donde eso siempre significa que algo malo está detrás o que algún tipo de terrorífico evento está a punto de suceder. Confusa, abre los ojos, tratando de enfocar su mirada. ¿Qué está sucediendo? No puede distinguir nada, la habitación está a oscuras completamente. Las cortinas están completamente cerradas, pero un mínimo halo de luz se cola por entre ellas. A pesar de eso, todo luce como boca de lobo.

Oye otra cosa, algo de vidrio caer y romperse en miles de pedazos. Los restos cayendo al suelo uno a uno puede escucharlos, como si su oído se hubiese agudizado -cosa poco posible-. No puede explicar nada, no tiene mascotas y siempre se asegura que la puerta de su habitación este cerrada. El miedo hace que se acurruque en su cama, cubriéndose casi completamente con las sábanas. Algo hala de ellas suavemente para que -al parecer- deje de esconderse.

Quiere gritar y detener lo que sea que la esta atormentando. Pero no puede, tiene miedo de algo peor sucede, de que se enoje más y todo termine en un gran caos. ¿Y si grita, nadie viene en su ayuda y eso continúa ahí?

Mantiene los ojos abiertos. Tal vez otra pesadilla, dos en una noche. Un rayo de esperanza y fe, cruza su mente, pero desaparece tan rápido como surgió al sentir que aquel monstruo, bicho o lo que sea, sigue ahí. A pesar de todo, tiene una sensación en su pecho y en su mente, de que no es así, que no es una simple alucinación, si no, mucho más que eso. Aún así trata de tener ese pensamiento en su mente, como si al hacer eso, se convirtiera en lo que piensa y en realidad, no es.

Percibe algo distinto, un leve susurro que se arrastra como la niebla, no se escucha claramente, un vago arrastrar de las palabras que hace que no sean entendibles. O al menos, no para ella. De alguna manera rara, puede captar como se mueve por la habitación hasta llegar a ella. Aquellos extraños sonidos han cesado casi completamente pero no total, como si quisiesen engañarla, hacerle creer que no están y luego atacarla cuando esté desprevenida.

La adrenalina corre por su cuerpo, mezclándose con miedo y nervios, ¿sí es un sueño, porqué se siente tan real? Los sentimientos están a flor de piel haciendo que se erice completamente.

Se exalta al sentir unas manos frías como el metal en su cuello, los susurros han cesado completamente, no distingue nada, trata de ver a su verdugo, pero no ve a nadie en frente de ella. Siente como aprietan cada vez más su cuello, lentamente, como si quisieran verla sufrir, hasta que se le hace difícil respirar, trata de sacar aquellas manos de encima. Intenta gritar, pero de su boca, no sale palabra alguna. Comienza a sentir las manos apretando duramente, el fin acercándose.

Forcejea, sin resultados algunos. Incluso, llega a sentir al ejecutor, más furioso cuando trata de zafarse. El dolor es fuerte, agudo y no deja reposo. Cansada de tanto luchar, deja todo en manos del destino -sea bueno o malo, parece su única opción en este momento- y posa sus brazos a cada lado de su cuerpo dejándose vencer, sin fuerzas algunas para seguir luchando. Cada momento que pasa, se siente más perdida...

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