cuatro.

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Se levanta lentamente del sofá en el cual dormía y mira la sala de estar. Todo parece normal e igual a como estaba antes de dormirse. Pero, hay algo diferente, que no llega a explicar. Un aire que rodea la habitación, el ambiente pesado y lúgubre. Camina hacia la cocina, para tomar un vaso de agua. Puede sentir como alguien la observa.

Gira su cabeza, pero no hay nada. Mira hacia adelante y pega un grito. Una niña pequeña de no más de diez años con rasguños en la piel pálida casi transparente en la que puede ver las venas junto con profundos cortes en sus brazos y piernas. Quemaduras graves en algunas partes de aquel magullado cuerpo. Lleva un traje blaco con encaje el cual está cubierto de sangre, dandole un aspecto aún más diabólico.

Grita aún más fuerte cuando la niña alza la cabeza. Pensó que estaba muerta. Y eso no es lo peor. No tiene ojos, en un lado es un hueco vacío y negro. En el otro, un botón color azul cosido. Parace sacada de alguna película de terror o de los sueños más retorcidos. Como si hubiera sido la víctima de la peor tortura en el mundo.

—Sálvame —dice con voz ausente y distante y sonríe. Una sonrisa que vas más allá de lo demoníaco y terrorífico. Aún sin que la niña tenga ojos, sabe que la mira a ella. Comienza a llorar gotas de sangre y emite gritos agudos, pronunciando a cada momento "Sálvame".

Un sonido gutural sale de su boca y luego todo a su alrededor se detiene. Observa detenidamente. ¿Qué está sucediendo? La pequeña terrorífica ha desaparecido, pero el árbol sigue ahí, como un recuerdo.

Grita al ver como algo o alguien se abalanza sobre ella a gran velocidad. tratando de atacarla. Trata de defenderse, dando golpes al azar, pero aquella cosa no se detiene. Alza la cara, afrontando a su enemigo. Es la niña ahorcada. Una mueca de horror se forma en su rostro al verla de esa manera. Tan cerca de ella con esa expresión demoníaca. El miedo la invade. Intenta alejarse velozmente y cae más adelante, ve como se acerca hacia ella cada vez más. Como si estuviera preparando su fin y no hubiera vuelta atrás. Coloco la cabeza entre sus manos y cierra los ojos. Como si eso la fuera a proteger de algo.

Al cabo de un tiempo, siente que todo ha desaparecido y se decide a abrir los ojos, el paisaje ha cambiado completamente. Todo luce normal. Pero como ha aprendido anteriormente, nada es lo que parece. Casi todo se ve borroso. Excepto por el gran árbol. Está vez si reconoce el lugar y el árbol, es el patio trasero de su casa. A diferencia de aque lugar lúgubre, este si le es conocido.

A los pies del árbol una nota. Se acerca y la toma. Al abrirla, observa las palabras "Sálvame" escrito en letra cursiva fina y delicada, pero eso no es lo que la trastorna. Está escrito con sangre seca. Pero de ella, comienza a brotar sangre, sin razón concreta alguna, como todo lo que ha estado sucediendo.

Revive en su mente, el momento exacto cuando la niña la miro fijamente, como si pudiera observarla realmente. Y atormentarla más allá de los límites.

Todo comienza a dar vueltas, drásticamente. Cuando por fin se detiene, un pequeño objeto parecido al que le causo la quemadura en el brazo, está en sus manos. La cosa arde en llamas y no consigue soltarla.

Una voz se desliza en su cabeza, más clara y definida que las otras que solo fueron difusas entre tantas niebla, aunque entendibles.

—Estás marcada y lo estarás hasta el día de tu muerte.

La piel se le eriza al escuchar las palabras. Parecían provenientes de su interior, pero no es cierto. Es una voz real. Ella no se torturaría más de lo que ya ha llegado a estar.

Escucha la misma risa malévola que escucho aquella primera vez antes de que todo comenzará. Pero más cerca y clara. El brazo le arde, lo mira fijamente y en la muñeca, se forma una extraña runa con forma de 'L' con el mismo tipo de letra de la carta.

Se siente como puntadas hechas a fuego y eso es lo que parece. Deja una profunda marca similar a la de una quemadura, pero luego se va difuminando lentamente y queda negro, como un tatuaje. Suelta pequeños chillidos a cada raro. No puede zafarse, no puede evitar el dolor, no puede hacer nada. Solo está ahí. Inmóvil, estática y anclada al piso sin poder mover ningún músculo de su cuerpo.

Pero no hay nada que ella vea que cause esa herida. Trata de enfocar su atención en buscar respuestas y no en el dolor que le produce aquella marca. Tiene el presentimiento que todo acabará pronto.

Y el constante dolor hecho en su brazo se detiene. Un suspiro de alivio sale de sus labios. La vista de ella comienza a desvanecerse. Se vuelve borroso. Mareada, cae al piso.

—Nada es lo que parece. Todo esta por cambiar. Mantén los ojos abiertos —la voz dice. Ella escucha las palabras, con la incógnita, antes de cerrar los ojos.

Horror NightsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora