dieciséis.

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»Al comienzo pensé que era solo producto de mi imaginación unas cuantas voces aquí y allá; luego fue más lejos, sentí que me jalaba o me tocaban el hombro, el brazo, pero nunca había nada. No había una explicación para eso, bueno, no una normal.

»Luego la vi, primero como una sombra, luego más claramente, tenía los ojos cargados de dolor. Y ahora que te veo, me doy cuenta que tú, Gala McKenna, te pareces mucho a Kalei Bishoff. ¿En qué se diferencian de manera física? Solo dos pequeños detalles: el color de cabello. Tú eres pelinegra y ella, rubia. El color de ojos; ella, azules apagados; y tú, grises tormenta.

—¿Quién es Kalei Bishoff? —pregunta Gala.

—La voz en tu cabeza. Ahora, déjame hablar. Ella estaba ahí, siempre presente, observando desde las sombras pero no hacía nada. No llegué a entender porqué en ese entonces. Quieta, fantasmal y, a decir verdad, terrorífica.

—¿Kalei Bishoff es la niña que tiene botones y no ojos? —inquiere con ojos llenos de asombro. Jorah se coloca las manos sobre el rostro y se revuelve el cabello.

—¿Me estás escuchando? Si Kalei Bishoff tiene botones y no ojos, ¿cómo llegué a saber que tiene ojos azules? —se desespera un poco al decir lo último y gesticula con las manos.

—Yo solo...

—Tú solo no me estás escuchando, eso es, ¿cierto? Bueno, como decía. Está Kalei Bishoff me habló. Eran voces en mi mente, como las que estás teniendo tú. En lo único problemas es que a Kalei Bishoff no la podrás sacar de esa casa porqué ahí fue asesinada —interrumpe y mira a la nada, concentrado en algo que no está ahí—. Justo como su hermana.

—¿S-su qué? —tartamudea con la una expresión de sorpresa.

Para ella, las respuestas estaban ahí, las había encontrado y luego cae aquella noticia como si fuera un balde de agua fría. Respira agitadamente, su corazón bombea rápido. De un momento a otro, siente como el aire se escapa de sus pulmones y se encuentra, con las manos en el pecho.

—Respira profundo, Gala. Vamos, cuenta hasta diez —trata de tranquilizarla Jorah y posa una de sus manos en la espalda de ella.

—¡¿Es qué acaso no es suficiente con esa tal Kalei?! ¿También hay otro fantasma o lo que sea qué son? —chilla desesperada—. Yo no puedo, simplemente, no puedo...

—¡Ya cállate! —exclama Jorah estresado al verla de esa forma—. Kalei Bishoff no es ni siquiera la que debes temer. A la que debes temer es a esta, su hermana menor, Quinae. Ella es la niña de los ojos terroríficos.

—¿Por qué? —inquiere curiosa.

Le parece absurdo que la hermana menor sea la malvada, teniendo en cuenta que, probablemente, la mayor quiera proteger a su hermanita. Así haría ella con Samantha y Jessica, las protegería —y las protege— lo más que puede. Claro que se siente un poco decepcionada de sí misma al ver lo que les pasó a ambas pero no había, en ese momento, nada a su alcance que ella hubiera podido hacer.

—Ella presenció la muerte de su hermana —responde Jorah y se encoge de hombros—. De cierta manera la entiendo —agrega con un susurro.

—¿Y qué tiene que ver eso conmigo, mi madre, tú o quien sea de mi familia? —se queja Gala con el ceño fruncido. No le gusta el hecho de que, pese a que ella no tiene culpa alguna por esos asesinatos, Quinae o Kalei tratan de aterrorizarla —y lo logren—.

—Te pareces tanto a Kalei y Quinae está tan enojada con Kalei...

—Lo siento, pero el tiempo de visita se acaba dentro de cinco minutos, es la hora de almuerzo de los internos. Si gusta, puede esperar en la sala de espera en la planta baja —interrumpe una voz que hace sobresaltarse a ambos. Es otra enfermera, una que no había visto antes. Tiene el cabello marrón, ojos verdes almendrados y piel bronceada.

—Oh, vale, solo me despediré —dice Gala con una sonrisa en el rostro tratando de lograr unos minutos extras. La enfermera asiente y se va, cerrando la puerta.

—¿Sabes? Creo que es mucho por hoy. Ven mañana y tal vez, te diré un par de cosas más. De cualquier manera, nadie me visita y ya no suceden tantas cosas interesantes —profiere Jorah—. Por cierto, ¿estás dispuesta a dormir hoy en esa casa? —interroga.

—No lo sé —duda ella—. ¿Por qué lo dices?

—Por qué si estás dispuesta a hacer eso, en el mejor de lo casos, podrías hablar con Kalei; en el peor, bueno... —confiesa él dubitativo. Como si no estuviera seguro al cien de lo que está por decir o como si no fuera una opción que quisiera considerar, pero tiene qué.

—¿En él peor de los casos qué? —cuestiona Gala, incitándolo a terminar la frase.

—En el peor de lo casos, te toparías con Quinae y no sé si eso terminaré del todo bien. Por qué, ya sabes, ella está un tanto loquita —alega Jorah, pone sus ojos bizcos y mueve su dedo índice derecho alrededor de un lado de su cabeza.

—Señorita McKenna, los cinco minutos ya pasaron —avisa la misma chica de hace unos momentos. Coloca ambas manos en sus caderas esperando a que Gala salga.

Se levanta de su asiento y Jorah hace lo mismo. Gala lo abraza fugazmente y murmura un 'adiós'. Camina hacia la puerta y se aleja.

Cuando va bajando las escaleras, escucha una voz detrás de ella. Voltea y ve a la chica que le avisó sobre el tiempo.

—Vaya, caminas rápido —dice con una sonrisa de oreja a oreja—. Por cierto, soy Serena —agrega.

—Dos cosas. Una: suelo caminar rápido cuando voy sola. Dos: soy Gala, mucho gusto —expresa. Por su mente pasa una loca idea de que tal vez, al ella trabajar aquí, le podría dejar más tiempo con Jorah.

—Trabajó aquí desde hace una semana y nunca te vi. Lila y Jennie, las chicas de la recepción, me dijeron que registrara que avisara a la visita de Jorah McKenna, o sea tú, de la hora de almuerzo. Y rayos, chica, pensé que eras su novia porque él es demasiado guapo —suelta una risita nerviosa y se sonroja al decir lo último.

Gala solo sonríe de medio lado con la cabeza gacha. El cincuenta por ciento de su mente escucha lo que dice Serena y el otro cincuenta piensa lo que dijo Jorah. Lo peor sería encontrarse con Quinae pero lo mejor sería hablar con Kalei y encontrar algunas respuestas a esas preguntas que la atormentan.

Ya sabe que ambas murieron pero sin embargo no sabe cómo y es algo que quiere averiguar. No solo eso, quiere ver con sus propios ojos a Kalei Bishoff y entender porqué Jorah dice que son idénticas.

—¿Me estás escuchando, Gala? —pregunta Serena con el ceño fruncido pero a la vez desconcertada.

—Uh, no, lo siento. ¿Qué decías? —contesta Gala tratando de enfocarse en lo que dice la morena. Tendrá más tiempo después para preguntarse todo ese tipo de cosas.

—Dije que las chicas decían que Jorah en sus casi ocho años internado solo había recibido una visita, fue la primera semana que estuvo aquí. Es lo único que está marcado en los registros. ¿Por qué has venido después de tanto tiempo? —interroga Serena y la mira con ojos llenos de curiosidad.

—Quería visitarlo y preguntarle unas cuantas cosas...

—¿Cosas cómo qué? —cuestiona la chica. Gala se siente un poco incomoda debido a tanta intromisión por parte de alguien que no conoce y solo se encoge de hombros.

—Es mi tío —reconoce, abre la puerta del sanatorio y se aleja caminando.

¿Ir a la casa o dormir en algún otro lugar? Se pregunta a sí misma, dejando olvidada de sus pensamientos a Serena.

«La curiosidad mató al gato, pero murió sabiendo» piensa decidida.

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