Mira atentamente al techo, sin razón alguna. Es sábado, por fin, se dice internamente. No tiene recuerdo alguno de que algo malo haya sucedido la noche anterior. Todo está tranquilo. Algo difícil de admitir para ella teniendo en cuenta que había pasado días horrorosos.
Aunque todo esta inusualmente quieto, se fuerza a abrir los ojos y mirar donde se encuentra. Nada más que su habitación, todo completamente normal. A pesar de eso, se asusta. ¿Es un tipo de experimento?
—¡Gala! —grita su madre. Se sobresalta al escucharla—. ¡Es hora de que despiertes y vayas al colegio! —agrega. Mira la hora en el despertador, siete y treinta. Le queda media hora antes de que comience el colegio. Pensaba que era sábado y eso solo hace que se sienta más fuera de orden.
«Otro día más de locos», se dice y suspira. Quitándose la cobija de encima. Chilla al sentir el dolor de la herida. Cubre con ambas manos la herida como si eso fuera a detener el malestar. Se dirige veloz al baño y mirándose con más claridad -cosa que no podía hacer ayer, se sentía mucho peor que hoy-, puede observar la magnitud del corte. Realmente tiene puntadas, al darse cuenta de aquello, lo que hace es colocar una mueca de horror, comienza a llorar.
—No, por favor, no —dice. Se desliza por la pared hasta quedar sentada en el piso—. Tengo que decirle a alguien —susurra. ¿A quién? ¿Y si les dice a sus padres y no le creen? No, ellos no. Luego pensaran que estoy loca. Zach, la primera persona que viene a su cabeza y la que, no importa si este loca o no, siempre estará ahí.
Con todo el dolor que siente dentro de sí, se baña, teniendo cuidado de que, sin razón alguna, la herida se abra. Una blusa holgada color azul, unos jeans y converse. Toma lo mochila y cierra la puerta.
Su hermana fue a dormir con ella ¿no? Espera que eso sea cierto porque esta a punto de creer que comienza a delirar. El dolor se disipó desde ayer pero no lo suficiente. Solo lo necesario para que pueda caminar sin emitir un sonido de malestar a cada paso.
—Mamá, ya estoy lista —exclama y baja las escaleras. Escucha movimientos en la cocina y luego su madre asoma la cabeza.
—Cariño, llevé a tus hermanas al colegio y como te vi dormida, decidí dejarque durmieras un poco más. Desayuna mientras yo me alistó para ir a trabajar —dice y cuando Gala entra a la cocina, su madre sale, la observa hasta que ya no puede verle.
Vierte cereal y leche en un cuenco junto a un par de tostadas y come. Diez minutos después ve a su madre, colocándose la bata blanca, recogiendo las llaves y su celular, poniéndolas en su cartera marrón.
—¿Lista? —pregunta. Ella solo asiente con ma cabeza, se siente cansada, pero ellos no saben. Su madre, a diferencia, luce mucho más animada que ayer, como si las horas de sueño le hubiesen sentado bien o como si ella hubiese imaginado a su madre cansada...—. Andando, pues —dice animada.
El camino es silencioso, lo que la deja sumarse en sus pensamiento dramáticos y desesperados donde todo. Necesita hablar solo para entretenerse y tratar de olvidar. Los temas no surgen, ella no los busca. ¿Señal del destino? Espera que eso no lo sea, eso significaría que el destino, la vida o como se llame quiere que ella pase por todo ese tormento.
—Adiós, mamá —dice cuando su madre ha detenido el automóvil y se encuentran en frente del colegio, aparcadas. Su madre la mira fija y atentamente.
—Cuídate —suelta. La toma por sorpresa aquel comentario.
—¿Está todo bien, mamá?
—Sí, solo escucha mis palaras. Adiós y ten un buen día —responde.
—Vale, igual —dice y sale del coche.
«Hoy sera un día de grandes suspiros y dolores» es lo que piensa. Solo faltan tres minutos antes de que la campana suene, así que corre por los pasillos, lo más rápido que puede con todo el dolor que lleva encima y se desliza en el asiento detrás de Zachary.
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Horror Nights
ParanormalCuando crees que todas las pesadillas están en tu mente, sabrás que no es así, por que ese algo llegará para demostrarte que estás noches de terror son verdaderas. Espéralo, viene a por ti. Cuídate, te quiere herir. Pero no le temas, lo puede sentir.