Abre la puerta y ve a su madre, el rostro pálido y la mirada perdida, entre asustada y confusa. Cuando la mira, algo en ella se ilumina y Gala no puede hacer nada más que sonreír.
Zach la acompañó hasta el hospital y despidió de ella, explicándole que estaba muy cansado como para seguir en una "travesía" como aquella. Y Gala lo entiende, estar con ella en un momento como ese, debe ser algo muy agotador con todos los problemas que la acompañan. Sumándole el hecho de que a su padre no le gusta verla con él, como si eso fuera importante en este momento.
-Hola -es lo único que dice.
Porque, sinceramente, no sabe por donde comenzar. Tal vez explicándole que fue a ver a una médium o que son dos fantasmas (por así decirle, porque no sabe del todo que son) los que las atormentan.
-Dime lo que sabes -dice la madre de ella, expectante con ojos brillantes. La palidez le causa un estado de transparencia, luce más débil pero aquella esperanza la transforma y le hace luce más humana.
Y tal vez, sea la misma esperanza que la mantiene con vida. Gala se sienta a su lado y Elena, su madre, le sostiene la mano. Gala suspira, sabe que su madre no le dejará oportunidad de cambiar de tema. Está tan emocionada por el hecho de que, probablemente, hayan encontrado algo, sin saber que, algo es... esperanza. Y por el momento es suficiente.
-Bueno, fui a donde una... médium. Se llama Aria Rocco y es demasiado extravagante. Estaba vestida como una gitana, aunque no parece una.. -comienza, perdiéndose en detalles innecesarios para no llegar al punto.
Hablar de eso con su madre le incomoda.
-Gala -le reprocha su madre, le interrumpe y la mira con el ceño fruncido-. Ese no es el punto. Cuéntame lo que te dijo sobre la "cosa" -agrega y mueve los dedos corazón e indice de ambas manos al unísono.
-Me dijo que... son dos -susurra con un nudo en la garganta. Porque, a pesar de todo lo que dijo Zach, todavía queda en su mente la incertidumbre y el temor sobre lo que su padre llegaría a hacer.
Pero cuando ve el rostro de su madre, siente que tiene que ser fuerte. Si ella no puede confiar en sí misma para descubrir lo que sucede, ¿quién lo hará? «Tu padre no, seguro» dice una vocecita burlona dentro de su cabeza.
-¿Qué? -murmura débil, como si toda la alegría que tenía hace unos momentos hubiese sido desaparecido para ser reemplazada por unas lágrimas que se deslizan silenciosas por sus mejillas.
-No, no es como parece. Ella dijo que una de ellas buscará nuestra destrucción total y la otra nos podrá salvar -hace una pausa- o algo así fue lo que dijo.
Su madre que tenía la mirada baja, alza el rostro y aquel brillo aparece de nuevo. Es una montaña rusa de sentimientos, pero Gala siente que no la puede culpar.
Antes de que pueda decir algo, entra el padre de Gala, James, con una sonrisa en el rostro y un ramo de flores en la mano: lavandas, jazmines, claveles, jacintos, rosas, margaritas; todo un festival de colores en sus manos.
Gala evita su mirada, incómoda. Siente que puede ver sus verdades y lo que oculta. Y no es solo eso, no puede verlo sin recordar el día en el que se llevaron a su tío, Jorah. Ella tenía diez u once años, estaba sentada en la parte superior de las escaleras, jugando con sus muñecas, Nanci y Serena. Cuando escuchó el primer grito proveniente de la cocina, fueron las voces y el sonido estaba cada vez más alto, ella comenzó a asustarse pero se quedo ahí, quieta como una estatua.
Su tío Jorah (al que ella llamaba solo Jorah) apareció y la miró. En sus ojos grises bailaba la furia de la tormenta pero cuando la vio, temor cruzó por su vista y le gritó, no como ella pensaba que lo haría, fue un: «Ven aquí, Gala» lleno de desesperación. Ella hizo caso, no sabía lo que pasaba, tampoco sabía que hubiera sido lo correcto. En el último escalón, pudo sentir un toque, tenue pero ahí estaba. No había nadie detrás de ella pero lo había sentido.
Su padre llegó y le dijo que se alejara de su hija. Jorah se acercó a él y con la voz llena de pánico respondió: «¿No lo ves? Están malditos -alzó su tono de voz- ¡Esta casa lo está! ¡Tenemos que irnos o vendrán a nosotros. Tarde o temprano lo harán!»
Jorah tenía veintiún años. Era el hermano menor de su padre. Ese mismo día se lo llevaron. Y ese mismo día su padre anunció: «Ese hombre no es más mi hermano.»
Ese día, ella tiró a la basura a Nanci y Serena.
Los días que siguieron a esos fueron tensos y silenciosos. Gala pidió volver a ver a su tío Jorah pero nadie la escuchó e hicieron caso omiso de sus peticiones. Días después, su madre anunció que tendría unas hermanas y ella se olvidó del tema. Años después, Jorah volvía en pesadillas, con ojos llenos de pánico, gritando esas palabras. Gala soñaba sobre las criaturas que vendrían por ella y despertaba empapada en sudor.
Ella no ha vuelto a hablar de él, ni siquiera a sus hermanas que nunca lo conocieron.
-¿Gala? -pregunta su padre y ella vuelve a la realidad. Ella asiente-. Tus hermanas despertaron. ¿No es eso una buena noticia para los McKenna?
-Iré a verlas -es lo único que atina a decir y se retira antes de que su padre siga hablando-. Adiós, mamá y papá -dice cuando está afuera.
Camina por las instalaciones del gran hospital hasta que encuentra el área de infantes. Pregunta por Samantha y Jessica McKenna alegando que son sus hermanas y cuando abre la puerta de la habitación, pone la sonrisa más grande posible al escuchar los chillidos de sus hermanas al verla llegar.
Ahora que las ve, suspira de emoción. No las vio en el tiempo que estuvieron dormidas o sedadas. No quería verlas sufrir... o morir.
Así que no fue. Eso la convierte en una cobarde, lo sabe, pero los pensamientos como ese se han esfumado de su cabeza.
Sam tiene un corte en la mejilla derecha producto de un vidrio incrustado en su piel durante el choque. Jessica tiene una cortada profunda en su brazo izquierdo. Ambas tienen rasguños y arañazos. Camina hacia ellas. Entonces se da cuenta de algo, la pierna derecha de Jess tiene un yeso que la cubre completamente y Samantha tiene ambos brazos bajos las sábanas pero aún así, se notan los yesos en ambos brazos y una pierna.
Abraza a Jessica y luego a Samantha. Coge un taburete y se siente en el medio de los dos catres.
-¿Cómo se sienten? -pregunta, tratando de que suene lo más normal posible.
«Se supone que la mayor debe proteger a sus hermanas menores, pero aquí estoy yo, sana y salva; mientras que mis hermanas estuvieron en un coma y tardarán varios meses en recuperarse completamente» piensa irónica y aquello le causa un pinchazo en su corazón pero se fuerza a ser valiente, por sus hermanas, por su madre, por Zachary, por Jorah, por ella misma e incluso por su padre.
-Bien. Las enfermeras dicen que estaremos fuera en un par de días -dice con una sonrisa.
Sí, pero, ¿cuándo podrán volver a jugar en el patio?¿Cuándo podrán ser niñas comunes, que corren por las calles y no les tienen que cambiar los vendajes? Gala puede ver un brillo, algo que no había visto antes, pero desaparece y Sam responde:
-Sí -con su tono infantil pero no agrega nada más.
Charlan una hora más, sobre cuando podrán volver al colegio, sus amigos y muñecas. Gala se concentra en ellas lo más que puede pero en su mente se forma un plan. Ver a Jorah McKenna y preguntarle por lo que sabe. Por que -y eso espera- si la conversación que tuvo su padre con él, el último día que estuvo en su casa era sobre espíritus, él debe saber y Gala necesita que le cuenta absolutamente todo.
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Horror Nights
ParanormalCuando crees que todas las pesadillas están en tu mente, sabrás que no es así, por que ese algo llegará para demostrarte que estás noches de terror son verdaderas. Espéralo, viene a por ti. Cuídate, te quiere herir. Pero no le temas, lo puede sentir.