❝O 2❞

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        MUERTE

                                                            

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                Ramé
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Algo que es caótico y hermoso al mismo tiempo.

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El alma de JiMin fue enviada al limbo, después de haber muerto desangrado en un santuario de mariposas, con tan solo diescinueve años de edad, su vida llegó a su fin, un siete de octubre, tan solo una semana antes de su cumpleaños número veinte.
El chico de piel lechosa, ojos color miel, cabellos oscuros, cuerpo delineado a la perfección, sin duda un chico atractivo, lástima que le tocó estár en el purgatorio por toda la eternidad.
Ni siquiera tuvo tiempo de asimilar el hecho de que estaba muerto, porque tan solo toco la tierra completamente vacia de vida de aquel lugar, unas cadenas fueron puestas en sus manos y tobillos, un ente muy alto y figura borrosa lo arrastró hasta una de las partes de aquel lugar, donde se podía ver una colina, con una gran casa en el centro.
JiMin tenía miedo, no pudo evitar suplicar que lo soltaran, aún así no le escucharon, las puertas de aquella gigantesca casa se abrieron, dejándolo ver a dos personas sentadas en el centro del comedor, uno portaba una capucha negra ocultando su rostro y el otro, parecía un chico de cabellos castaños y piel pálida, que tenía una expresión de aburrimiento.

—Veo que al fin ha llegado.

—¿Qué hace un alma aquí, padre?. —pregunto el pálido, viendo molesto al pobre pelinegro.

—Esa alma es mi regalo para ti. —explico aquel que tenía el rostro oculto.

—No quiero un alma.

—Aceptala como un pequeño regalo por haber cumplido veinte años mortales.

—Aún así no la quiero.

—Es el alma Cien de esta década que ha llegado al purgatorio, y tal como es la costumbre, esa alma será un regalo para los miembros de la familia. Así que tú por ser el menor de nosotros este es tu turno. Esa alma es tuya ahora, cuídala como si fuera el tesoro más bello que hayas visto, porque estará contigo toda la eternidad.

—¿Cómo el tesoro más bello que haya visto?. —pregunto dudoso viendo de pies a cabeza a JiMin, quien permaneció callado, con lágrimas en los ojos.— De acuerdo, supongo que gracias. —dijo secamente.

—Eso si Suga, no lo lastimes, o me veré en la obligación de quitartelo. —fue su advertencia, al que parecía ser su hijo. Suga como lo llamaron, solo murmuró un “Bien” para después tomar bruscamente de las cadenas al pelinegro, llevándolo consigo a una de las tantas habitaciónes.— Bien, mugrosa alma, de ahora en adelante me perteneces, hay de ti que llegues a desovedecerme porque me veré en la obligación de castigarte. Dime amo Suga. —El pelinegro solo mascullo palabras sin sentido, limpiando sus ojos, aún así sabía que no debía hacer enojar a ese sujeto, o terminaria muy mal.

—Sí amo Suga. —no había vuelta atrás, ahora el era el sirviente de al parecer un chico mimado.

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Amo Suga. © |YoonMin| #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora