❝O 2 9❞

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Un hasta pronto tardío.

El castaño apretó el agarre en la pequeña y bonita manita de JiMin. Al principio parecía que era una broma departe de JiMin de ir a tierras humanas, pero al ver ese destello de esperanza en sus ojos no tuvo de otra más que aceptar. Suga camino a su lado, por las calles de la ciudad, JiMin parecía un poco triste y a la vez feliz de ver esas calles tan familiares, pero al mayor eso le asustaba. ¿Y si JiMin quería quedarse? No soportaría eso, Suga era el hijo del Dios de la Muerte, JiMin era su predestinado, y si lo perdía él con el tiempo moriría. Pero por el menor haría cualquier cosa.— Es aquí. —hablo con temor, una pequeña casa con flores en el jardín era donde estaban parados, el pelinegro sonrió con nostalgia, el era un fantasma en la tierra de humanos, Suga solo un ente del mundo oscuro, nadie a excepción de seres como ellos podían verlos.— Bien vamos. —dijo decidido, ambos entraron a la morada, era acogedora, esa atmósfera familiar se sintió con rapidez.
JiMin se detuvo en medio del pasillo, viendo donde estaba el comedor, ahi, tres personas estaban sentadas degustando de la cena Vio a su padre se veía más grande, las canas se apoderaban de el, su madre la bella mujer que tanto amaba se veía igual, bella, su hermano menor estaba más grande. Su familia. JiMin noto que su lugar en la mesa estaba vacío, noto las paredes, retratos de él junto a su familia, una en donde sólo el estaba, era decorada por flores y una pequeña vela.

—Estan tristes. —la voz del mayor lo regreso a la realidad, Suga veía a la familia del ser que amaba, ninguno sonreía, parecían que intentaban parecer una familia.— Aún les duele tu partida. —le vio, JiMin asintió, era obvio que su familia no era feliz. Y quién lo estaría si de la nada el hijo y hermano que amaban muere solo así, de la nada, sin dar explicación alguna a su muerte.— Deberías decirles lo que sucedió. —comento algo incómodo, las emociones humanas eran muy fuertes para el. Aún así JiMin se limitó a tomar su mano.— Ellos estarán en paz si saben la razón de tu muerte. —El castaño ya la sabía, pero era necesario que la familia del pelinegro la supiera, así, sus almas encontrarían la paz.

—Lo haré. Se los diré mientras duermen. —y así lo hizo, esa noche JiMin espero al lado de su pareja a que su familia fuera a dormir, la noche era el tiempo donde las animas tenían más poder, JiMin se acercó a la cama de sus padres, les beso la frente con mucho amor, al igual que con su hermano— Mamá, papá, estoy bien. Soy feliz y encontré la paz, así como el amor —les susurraba— Hace seis años que mi alma abandono este mundo, por favor, ya no se mortifiquen, no fue su culpa lo que me sucedió. Solo fue una mala jugada de la vida, nada más. —comento, observó cómo el castaño le asentía, dándole la confianza suficiente para contarles a sus padres quien y porque le habían quitado la vida— Esa tarde, yo fui al santuario de mariposas, debía hacer una tarea. —empezo diciendo, no quería llorar aún así lo hizo— él, ese tipo salió de la nada. No recuerdo muy bien como sucedió, solo se que estaba en el suelo, el estaba encima de mi, quería abusar de mi, aún así me defendí eso pareció molestarle mucho, como no pudo conmigo decidió clavarme un cuchillo en el cuello, después en el pecho, en el abdomen y en donde el filo se lo permitió. Huyó cobardemente dejándome a mi en mi lecho de muerte, lo último que vi, fueron a las mariposas encima de mi cuerpo, manchadas de mi sangre. Esa tarde deje de existir en este mundo, y empecé a existir en otro. —Porque la historia de su muerte no era secreto ya. La única manera de recuperar su voz era contando lo que le sucedió; agradeció de corazón haber sacado ese dolor de su ser, ya no dolía, aún así el tipo que le hizo eso debía pagar.— Su nombre es... —les susurro al oído, dandoles también la imagen de ese hombre, sabía que la justicia llegaría, no solo en la tierra, en el infierno le esperaba su castigo, uno que el mismo Suga se encargaría de darle.— Los amo, JiMin los ama. Y siempre será así, ahora dejen de estar tristes, su hijo es feliz, muy feliz. Porque es el bebé de Suga. —rió con las mejillas llenas de lágrimas— Soy feliz, y ustedes deben serlo. Cuiden de mi hermanito. En la otra vida, nos encontraremos y entonces les mostraré a mi familia. —acaricio su vientre, donde yacía su pequeño bebé, un pedacito de él y de Suga.— Este es un hasta pronto tardío.

No se dijron más palabras, lo dicho, dicho estaba. Era momento de darle vuelta a la página y seguir leyendo un nuevo capítulo de su vida.

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Amo Suga. © |YoonMin| #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora