9.

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Cuándo detengo el auto el me mira y mira al rededor.
—¿Que hacemos aquí? —Pregunta confundido, por su tono puedo escuchar que está un poco más tranquilo.
—Tú necesitas cálmarte.
Ambos bajamos del auto y nos sentamos en él dañado capo del auto.
—Tú amigo Mauricio estará muy enojado cuándo vea cómo has dejado su capo —Le digo riendo.
Y puedo ver una ligera sonrisa asomarse en su rostro.
—De todos modos el me debe dinero —Me dice.
—Ya.
Sólo se escucha el sonido del lago y nuestras respiraciones, no quiero obligarlo a contarme sus problemas familiares, por qué al final son eso, problemas familiares en los que no me debo meter.
El se baja del capo y abre la puerta del auto, lo veo buscar algo y de pronto comienza a sonar música.
Regresa a mí lugar y trae una botella de tequila.
—¿De dónde la has sacado? —Pregunto curiosa.
—Recorde que Mau la traía en el auto —Se ríe —¿Quieres? -Me ofrece.
Y no sé por qué pero tomó la botella y le doy un tragó, es fuerte tanto que hago gestos.
—Sabe horrible —Le digo riendo.
—No tanto —Se ríe conmigo.
Ambos nos quedamos en silencio, está vez al fondo se escucha el lago, y la música.
—Cuando era más pequeño solía ir al lago con mi madre, ahí ella me leía historias y yo me quedaba dormido. —Me dice de pronto, tomándome por sorpresa.
—Pues a mí mi madre nunca me llevó a algún lago —Le digo riendo.
—¿Por qué? -Pregunta curioso.
—Por qué mi mamá nos abandono cuándo yo era más pequeña, apenas y la recuerdo -.
Y sí, tengo vagos recuerdos de ella. No la recordaba pero mi padre alguna vez me dijo que era idéntica a ella.
Santiago se queda callado mirándome y le da un sorbo al tequila.
—Maldita sea, lo siento —Me dice.
—No lo sientas, no es algo que me duela. Ella tomó sus decisiones y al final no la necesite, mi padre siempre ha estado para mí y jamás me hizo falta nada —Le respondo, quizás me estoy excediendo, contándole de más.
Nuevamente el silenció nos acompaña, sólo lo veo beber de reojo y así por cinco minutos, hasta que el rompe el silencio.
—Mi padre si estuvo conmigo pero no estuvo en los momentos que más lo necesite, poco a poco se fue alejando de mi madre y de mí. Hasta que al final decidió irse para revolcarse con la zorra de Aida, su secretaría. Ahora se van a casar, a dónde te he llevado fue a su ensayó. Y no sé por que jodidos... -Y se calla, de reojo veo cómo una apenas visible lágrima cae sobre su mejilla —Lo siento por haber hecho que te vistieras así para al final cagarla cómo siempre y que no hayas disfrutado la estúpida fiesta.
—Oye... Esto es muchísimo mejor que estar en esa estúpida fiesta -Le digo riendo.
Y el también se ríe.
Ambos nos miramos a los ojos, sus ojos son preciosos, son cómo el cielo y su boca es una tentación que me dan ganas de probar.
Y él se acerca a mí lentamente, sin dejar de mirarme a los ojos, yo no apartó la mirada, me gusta ver sus ojos.
El me mira los ojos y se relame los labios.
—Soló bésame -Le digo susurrando.
Y el lo hace, me besa despacio al principio, poco a poco el ritmo del beso va en aumento, siento cómo mi cuerpo arde. Cómo todo en mi tiembla, cómo en mi feminidad todo se pone raro.
Jamás me había pasado algo así, jamás me habían besado así, mientras el beso más aumenta, el cada que puede introduce su lengua, haciendo el beso aún más excitante.
Nos separamos por falta de oxígeno, tenemos nuestras frentes juntas, puedo escuchar su agitada respiración.
—Me encantas —Susurra él en mis labios.
Y yo lo besó nuevamente y por mi cabeza algo me da vueltas.
¿Cómo dejé que la persona que más odiaba me estuviera besando así?

EL (PARTE 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora