EL (PARTE 1)

11.

Llegué al antro que él me había indicado, y el cadenero me dejó pasar, tal parecía que Santiago ya había empezado a tocar. De hecho me había tardado casi una hora fuera pues no dejaban pasar a cualquiera y había una enorme fila, puesto que era un antro muy popular.
Cuando entre pude ver a Santiago en un pequeño escenario tocando con su banda. Todos estaban muy animados, yo me quedé en la barra viendo desde ahí, me pedí una piña colada y me dispuse a tomarla mientras observaba a la banda tocar.
—¿Maca? —Escucho una voz familiar detrás de mí, al girarme veo a Bernardo, venía con un chico tomado de la mano, era el chico de la noche en que me drogaron. —¿Que haces aquí? ¿Por qué no me dijiste que vendrías?
—Es qué no sabía, Santiago me mando la ubicación cuándo salí —Le digo gritando, pues el ruido no me deja escuchar muy bien.
—¿Santiago? ¿Santiago el idiota? —Pregunta sorprendido. Y es que le he contado sobre él, cuándo me molestaba, más no lo que había pasado anoche.
—Si, el —Sonrío nerviosa.
—Ten cuidado ¿Sí? No quiero que te lastimen.
—Ya, no te preocupes —Le sonrió.
Se cuidarme sola.
—¿Y dónde está él?
—Está tocando, es el qué está cantando —Le digo señalandolo.
—Está muy guapo —Se ríe —Si quieres nos quedamos aquí contigo para que no estés sola.
—Okey.
Me presento a su novio y a dos amigas que venian con ellos.
Estuvimos hablando un rato, las chicas eran muy amables y para mi sorpresa iban en la misma universidad que yo.
La banda termino de tocar y de pronto Santiago junto a su banda desaparecieron de mi vista.
Para colmo había olvidado mi celular.
Parecía que se habían ido, así que opté por divertirme con las chicas, Bernardo y su novio.
Nos pusimos a bailar enmedio de la pista, apesar de haber tomado sólo dos piñas coladas, ya se me había subido el poco alcohol que contenían.
Me estaba divirtiendo mucho.

“Todo el tiempo bebé estás en mi mente y no sé por qué sí, pero la sensación está bien ¿No ves? Cariño, eres para mí oh estaba destinado a ser”

De pronto siento una mano detrás de mí y el olor se me hace familiar. De reojo puedo ver a Santiago detrás de mí.
Me giró lentamente hasta quedar frente a él. Y sin más lo besó, no sé por qué pero lo besó, y me encanta cómo sus labios encajan con los míos, siento cómo si nadie estuviera a nuestro al rededor, siento cómo todo en mi cambia, cómo mi piel se eriza al besarlo, cómo todo palpita a mil por hora. Me separo de él y me acerco a su oído.
—Vamonos de aquí...

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