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12 de noviembre del 2014
Dos meses después.

La clase acabo rápido para su suerte. Como era de costumbre se tomó su tiempo en alistar sus cosas, dejando que sus demás compañeros salieran primeros del aula. No quería tener que toparse con alguno de ellos en el camino.

Cuando noto que el salón estaba completamente vacío supo que estaba a salvo para poder salir de ahí.

Desde hacía dos meses su vida en la universidad se había basado en evitar cualquier contacto con alguno de sus compañeros. La mayoría eran alfas, grandes, fuertes, que con solo mirarte hacían a tu cuerpo temblar por el miedo. También había tres betas, pero no había tenido la oportunidad de poder hablar con ellos gracias su nueva actitud introvertida.

Él no era así en la secundaria. Siempre fue alguien bastante sociable, ruidoso, hasta algunas veces molesto según sus antiguos profesores. Ser el capitán del equipo de fútbol siempre le dio ventajas para poder ser invitado a una gran cantidad de fiestas las cuales siempre le daban la oportunidad de conocer gente nueva.

Había escuchado de un equipo de fútbol en la universidad, para aficionados, pero suponía que este estaría lleno de alfas o betas, los cuales jamás querrían a un omega como integrante de su equipo por más que les pagaran. Además, hacia bastante tiempo que un balón no había tocado sus pies, por lo cual tal vez no solo fuera rechazado por ser un omega.

Soltó un suspiro y paso su mochila tras de sus hombros. Sin ningún apuro salió de su aula, hasta llegar a los pasillos, donde le tomo un tiempo recordar donde se encontraba la biblioteca.

Había pasado recién unos cuantos meses desde que estaba viviendo en el campus y aun así no lo lograba aprenderse de memoria los edificios o salones donde eran sus clases. Su compañero de habitación, Louis, había sido muy amable acompañándolo a sus clases los primeros días, pero cuando sus horarios comenzaron a cruzarse ya no lo pudo hacer. Ahora todo dependía de su memoria.

Mientras caminaba por los largos pasillos vio a unos cuantos compañeros de su última clase, eran alfas, los mismo que siempre hacían alguna broma en medio de la explicación, siendo callados por algunos alumnos. Intento acelerar su paso cuando paso por el grupo tres chicos, pero al parecer eso solo hizo que fuera reconocido más rápido.

—Oh, miren a quien tenemos aquí —dijo el chico de cabello negro, sujetándolo de la muñeca y evitando que pudiera seguir caminando —. El pequeño omega de nuestra facultad.

—¿Cómo es que te aceptaron en derecho? —pregunto otro de los chicos, uno de cabello castaño, acercándose demasiado a su espacio personal —. Tu olor es demasiado fuerte.

—T-Tengo que irme —intento decir, pero su voz salió demasiado débil, haciendo reír al pelinegro que tenía agarrada su muñeca.

Maldecía por primera vez haberse demorado en salir de salón. Era tarde y los pasillos estaban casi desiertos, especialmente porque casi nadie elegía los turnos nocturnos.

Odiaba ser un omega, si fuera un alfa no tendría que pasar por eso. Si fuera un alfa tendría amigos, estaría en el equipo de fútbol de la universidad y no tendría miedo de caminar a solas en los pasillos. O un beta, ellos no pasan por estas cosas. No pasan por estúpidos celos que lo hacen necesitar de alguien más o tienen un olor demasiado fuerte que ni siquiera puede ser eliminado por los malditos supresores, ¡ni tienen que tomar supresores!

—¿Tan rápido? Siempre paras demasiado apartado en las clases —hablo el tercer chico, con un piercing en la nariz, acercándola demasiado a su cuello —. No había notado los tatuajes.

—¿Por qué no te comportas como un omega normal? —volvía a hablar el pelinegro, tocando el piercing de su ceja y después recorriendo sus vestimentas negras —. Jamás conseguirás un alfa si te vistes así.

It Is Complicated✧mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora