Marvel Stuff

Cosas que haces que aman 2/2

T'challa:
Al rey wakandiano le encanta observarte dormir. Él despierta siempre al alba, con el amanecer, pero se queda un poco más en la cama contigo, para verte descansar plácidamente. Siempre deja un suave beso en tus labios antes de abandonar la cama.

Stephen: 
Él medita mucho, de hecho se expulsa de su cuerpo y te ve mirándole. Simplemente perdiéndote en cada una de las líneas que forman su rostro. Eso le causa ternura. O cuando estás limpiando un poco e intentas hacer el menor ruido posible para no interrumpirle aunque seas de naturaleza torpe.

Charles:
Le encanta ver cómo arrugas la nariz al pensar. Sobretodo se toma su tiempo observándote cuando estáis jugando al ajedrez, tú estás concentrada, arrugando la nariz de forma casi inconsciente, mientras él desliza su mirada por todo tu rostro, quedándose con cada suave detalle, pues le pareces la persona más increíble que nunca haya conocido.

Visión:
Admira tu destreza al cocinar. Verte preparar la comida sin mediciones ni cuidados, con seguridad y confianza le resulta tan desconcertante como hermoso. Él te observa sentado frente a ti, haciéndote a veces preguntas como “¿cómo sabes cuanto debes poner? ¿Esa cantidad es la exacta?”. Te resulta adorable, al final le das a probar de lo cocinado para calmar sus dudas, acabando por felicitarte por lo delicioso que está.

Loki:
Si algo le gusta al dios de las travesuras, aunque él nunca lo admitirá en voz alta, es observarte leer. Simple, es cierto, pero le encanta verte tranquila, relajada, con incluso la respiración más calmada mientras tu mente está en el extraordinario libro que tienes entre tus manos. El nunca te molesta cuando lees, simplemente te observa hasta que sientes su presencia o te cansas de leer y te regala una de sus arrebatadoras sonrisas.

Pietro:
A veces bailas mientras ordenas tus cosas y eso al sokoviano le fascina. Mientras piensas que estás sola mueves tu cuerpo al ritmo de tus canciones favoritas que resuentan en los cascos que llevas puestos, tal vez fuese por eso por lo que nunca le oyes venir y que sufrieses un pequeño infarto cuando al volverte le encontrases apoyado contra el marco de la puerta.