Título: Salvador (II)
Advertencias: ninguna.Como me lo pedísteis algunas, aquí lo tenéis, espero que os agrade. ^^
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Estuvieron hablando con la peliazul durante un periodo de tiempo que le resultó eterno, le preguntaron cosas triviales aunque ella sabía de sobra que sólo deseaban conocer si era amiga o enemiga, cosa que creía haber dejado clara. Mientras estuvo en aquel extraño cuestionario en su cabeza merodeaba el plateado, tan rápido como se había ido antes del salón. Su mutación le había resultado fascinante y debía admitir que era un muchacho atractivo.
– Me ha encantado charlar con vosotros, pero debo irme.
– ¿No te gustaría tener un sitio fijo dónde quedarte? —Preguntó Raven mientras Juno se dirigía a la puerta—.
Ella paró sus movimientos, con la mano sobre el pomo, y se giró para mirarla antes de negar con la cabeza.
– No, no creo necesitarlo. Además, suelo viajar mucho y sobrevivo mientras tanto.
– Bueno, si estuvieses aquí podríamos ayudarte. —Habló esta vez el telépata—. Creo que estando del mismo lado, unidos podríamos salvar a muchos más. Te agradecemos enormemente las vidas que has salvado, pero podríamos salvar más si colaborases con nosotros. Es obvio que sabes moverte por esos sitios en los que nosotros no sabemos ni pisar y nos serías de gran ayuda.
Juno miró a todos y cada uno de los presentes en el despacho de Xavier, pensativa.
– Lo pensaré.
Dicho aquello, salió del lugar encaminándose hacia el exterior del edificio. En su interior deseaba encontrarse de nuevo con el veloz, y, para su suerte, al salir por las puertas le vió sentado en un banco de madera con sus gafas sobre la cabeza y los cascos puestos mirando a la lejanía.
Bajó las escaleras con tranquilidad acomodándose el abrigo sobre sus hombros que tapaba todo su cuerpo pero que ahora lucía abierto y con la capucha bajada.
Maximoff bajó sus auriculares con rapidez en cuanto notó una presencia cerca de él y la miró algo sorprendido, no esperaba verla de nuevo pero nunca podría decir que no deseaba hacerlo.– Hola... Peter, ¿verdad?
El nombrado asintió. Se le había secado la boca y quería golpearse a sí mismo por parecer tan sumamente estúpido.
– Así que... Velocidad.
– Así es. —Una orgullosa sonrisa iluminó su rostro—. ¿Y tú?
– Invisibilidad y campos de fuerza. —Resumió sentándose a su lado.
– Wow. Eso suena muy guay.
– Sí, me ha ayudado bastante en mi cometido.
Hubo un silencio, no era un silencio incómodo, sino todo lo contrario como si intentaran pensar en las palabras adecuadas para decirse el uno al otro.
– ¿Qué te han dicho?
– Quieren que me quede.
La mirada de él cayó sobre la joven con sorpresa, y humedeció sus labios antes de preguntar.
– ¿Y tú qué has decidido?
– Lo cierto es que aún no lo hice. Me lo estoy pensando.
– Oh...
Hubo un deje de decepción en su mirada, que le pareció adorable a la contraria.
– ¿Qué opinas tú? ¿Debería quedarme?
Su espalda se irguió como si hubiese recibido un impacto y la miró.
– ¡Pues claro! Quiero decir... —Volvió a su posición relajada intentando aparentar tranquilidad consiguiendo una pequeña risita de ella—. Este sitio es guay. Te lo recomiendo.
– Así que me lo recomiendas, ¿eh?
– Ajá.
Asintió lentamente. Su interior le gritaba miles de cosas a la vez que no era capaz de comprender y ella notaba su nerviosismo contenido, cosa que atribuyó a su metabolismo.
– Mmmh... Puede que me quede. Si me lo recomienda el chico sexy habrá que aceptar.
Peter casi se ahogó con su propia saliva ante el mote que le otorgó la peliazul que se puso en pie tras decir aquello, ocultando su sonrisa lo mejor posible.
– ¡Espera!
En unos instantes estaba frente a ella obligándola a dar un paso atrás y resbalar con su abrigo. Por suerte, no cayó. Los brazos de Peter la rodearon sujetándola contra su cuerpo mientras la miraba a los ojos. Ambos se pusieron colorados por la cercanía y se separaron con rapidez. El veloz se rascó la nuca como un acto nervioso y abrió los labios para decir algo, pero nada salió de sus labios.
– ¿Qué tal si vamos dentro y me indicas la cocina? Tengo sed.
– ¡Por supuesto! Sígueme.
– Pero no uses tu velocidad, sino nunca seré capaz de seguirte.
Bromeó la muchacha para quitarle tensión al ambiente, cosa que por suerte funcionó. El joven platinado se rió como si soltara todo el aire retenido en sus pulmones y caminó tranquilamente en dirección a la cocina preguntando cosas puntuales para saber más de la chica que le había robado el aliento al verla.
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Marvel Stuff
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