Steve Rogers

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Sin título.
Advertencias: ninguna.

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La estaba viendo, tras tanto tiempo la volvía a ver aunque fuese a hurtadillas tras una persiana. Peggy, tan hermosa como la recordaba, buscaba entre sus cosas lo que había olvidado mientras hablaba con alguien a quién no lograba ver aunque tampoco es como si fuese a buscar, estaba demasiado embobado mirándola. Aunque, tan pronto como ella se dirigió a la puerta, su mente viajó hacia otra persona. Amber. La dulce agente que tantos buenos instantes le había entregado, incluso algunos abrazos que sorprendieron al soldado. La agente tenía una forma de ser muy dulce y cariñosa -todos menos él se dieron cuenta que era con quien más lo era-, aunque en la batalla era seria y profesional, eso siempre descolocaba al capitán América aunque también lo admiraba.

Se sentía dividido, por una parte estaba Peggy, su primer amor, con quién no tuvo ocasión de invitarla siquiera a bailar; por otro lado Amber, la chica dulce que siempre tenía bonitas palabras para él. Recordaba con una sonrisa cómo todos en la torre le animaban para que la invitase a una cita, pero sus intentos siempre se volvían fracasos por un motivo u otro. Debía elegir, ahora que sabía de los viajes en el tiempo tenía la oportunidad de regresar con su primer amor, pero entonces renunciaría a todo lo que había forjado, sus amigos que eran como su familia, también dejaría atrás a la hermosa Amber y no sabía si sería capaz de tal cosa. Estaba tan dividido que no era capaz de pensar con claridad y aquello en la misión en la que se encontraba era crucial.
Debía decidir, aunque no ahora, no en aquel instante en el que debía salvar todo aquello para tener la oportunidad de elegir.






[...]






Bruce, Bucky, Sam y Amber se encontraban junto a la maquinaria, la última miraba con preocupación hacia el hombre al que amaba teniendo la sensación de que sería la última vez que le vería. Le había escuchado hablar con Sam sobre lo ocurrido en su primer viaje y comprendía que deseara volver con su primer amor, ante todo lo que deseaba era su felicidad. Contenía las lágrimas, sus ojos lucían brillantes y el capitán no era estúpido, se dió cuenta al instante. Envolvió en un cálido abrazo a la agente que escondió su rostro en el pecho del rubio antes de que se separasen. No querían separarse pero debía hacerlo. Ella se odiaba a sí misma por no haber expresado los sentimientos que sentía por el rubio en el mismo momento en el que el capitán se puso sobre la plataforma.

–¿Listo, Steve?

La voz de Bruce le sonó a la chica lejana, como si estuviese sumida en un trance. Internamente estaba preparándose para lo peor. Una angustia terrible la carcomía por dentro. Él había sido su amor platónico desde que le conoció y casi creyó que sentía algo por ella, qué idiota se sentía en aquellos momentos.

–Listo.

Tras pulsar algunos botones el capitán América desapareció ante los ojos de los chicos. Amber bajó al suelo la mirada antes de girarse para caminar hacia cualquier parte dónde bebería hasta olvidar cuando un sonido de escuchó a sus espaldas. Miró hacia la plataforma donde se encontraba Steve siendo recibido por los chicos.
Cuando ambas miradas se cruzaron ella corrió hasta él para lanzar hacia sus brazos. Los presentes miraron sorprendidos la escena, mientras Steve y Amber, ajenos a ellos, hicieron aquello que tanto ansiaba. Se besaron mostrando todos los sentimientos que poseían ambos.

–Creía que me dejarías.

–Nunca haría tal cosa.

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