Richie va a buscar a Eddie aquella mañana. No es como un gesto puramente romántico, sino de protección.
Rompieron lo dicho por ese tipo de las notas, y si llegó a verlos, todo acaba hoy. Tal vez se vea mal que lleguen juntos a la escuela, pero esta puede ser última vez que caminen el uno junto al otro sin el peso del desagrado de las miradas de otros.
—¿Tienes... miedo?— pregunta Eddie, bajito, aferrándose con fuerza a las correas de su mochila.
Richie traga saliva y acaricia suavemente el hombro de Eddie, dado que no puede besarle la frente como quisiera hacerlo, al estar en público.
Al llegar a la escuela, la forma en que los miran lo dice todo.
Todos lo saben.
"¿Cómo tienen la cara de venir a la escuela?"
"Siempre supe que Kaspbrak era marica"
"Son asquerosos"
"Cuidado, no vayan a tocarte o podrían pegarte lo marica"
Llueven los comentarios venenosos de sus compañeros de escuela, claramente sin importarles si ellos los escuchan o no.
Eddie se encoge sobre sí mismo y Richie solo camina sin mirar a nadie.
Las fotos impresas de su beso están pegadas por toda la escuela, principalmente en los casilleros y paredes.
Sus casilleros están golpeados y llenos de pintura en aerosol, escrita en ellos las palabras: Maldito marica.
Alguien le da un empujón a Eddie al pasar y este trastabilla.
—No lo toques— le dice Richie, recibiendo un empujón que lo hace chocar contra los casilleros.
—¿Defendiendo a tu novio, Tozier?
Risas. Miradas venenosas.
Además, el resto de sus amigos no están por ninguna parte. Y, de hecho, ¿aún son sus amigos?
—¡Oigan maricas!
Esa es la voz del líder del nuevo grupo de matones que lidera la escuela. Son varios. Suelen ser tres pero ahora los acompañan algunos del equipo de deportes y son siete en total.
Richie y Eddie se miran, y es todo lo que alcanzan a hacer.
—Vamos a darles una paliza.
"Se lo merecen"
"Se van a ir al infierno"
"Pecadores"
"Asquerosos"
Becket, el líder, agarra a Richie por el cuello de su camiseta y lo estampa fuerte contra el suelo. Sus lentes vuelan hacia una esquina.
—¡Richie!— Eddie intenta acercarse. Michael, otro de ellos, lo agarra del cabello y lo tira para atrás hasta hacerlo caer.
—Tranquilo, Kaspbrak, también tenemos para ti— lo agarra de la parte de atrás de su camiseta y lo obliga a avanzar hacia afuera.
A Richie, que opone más resistencia que Eddie, lo sujetan entre dos. Los arrastran a ambos hasta el patio de la escuela y, una vez ahí, los arrojan contra el cemento y tierra del suelo sin medir su fuerza.
Eddie siente que se marea cuando se golpea la cabeza contra el suelo. Richie se incorpora y da algo más de pelea, pero Eddie no. Kaspbrak recibe dos patadas en el estómago y suelta un quejido ahogado.
—¡Eddie! Aghgh.
Richie recibe un golpe que le rompe el labio inferior y trastabilla. Becket se pone sobre él, mientras que otro se sienta sobre sus piernas para que no se mueva, y comienzan a rallarle la cara.
—¡Sueltenme malditos bastardos!— pero el forcejeo no le alcanza para poder librarse.
A Eddie le siguen pegando patadas y gritándole insultos que ya no oye. Mira hacia un lado, con la esperanza de encontrar algún profesor o quién sea que pueda parar esto, pero...
Todos los estudiantes miran, formando un círculo alrededor de ellos.
"¡Dales con más fuerza!"
"Para que aprendan
"Se lo merecen."
Nadie va a ayudarlos...
Los profesores observan desde las ventanas con aire ausente, y cuando la mirada de Eddie se cruza con la de uno, este la desvía y finge no ver.
Todos juzgan y nadie ve.
Carter, otro de los amigos de Becket, agarra a Eddie por el cuello, lo levanta para darle un golpe con el puño en el rostro. Eddie cierra los ojos.
—¡No lo toques!— Richie se lanza sobre Carter, tacleandolo. Le da uno, dos, tres golpes, hasta que Becket lo agarra desde atrás y lo levanta para luego pasar a arrojarlo al suelo con fuerza.
—¡Richie!
Los llaman bestias pero, en esta situación, ¿quién es realmente la bestia?
Los golpes no ceden hasta que...
—¡Hijos de perra! ¡Dejenlos!— esa es la voz de Beverly.
Eddie vuelve a respirar cuando Carter se pone de pie y deja de aplastarle el pecho.
—No te metas, zorra— le dice Becket.
—¡No la llames así!— grita Ben.
Bill se adelanta para darle a uno de ellos un empujón al tiempo que Stanley grita:—¡Ya basta!
—¿Qué? ¿Apoyan a los maricas? Oh, deberás que son tan asquerosos como ellos, perdedores.
—El club de los perdedores para ti, idiota— dice Mike al tiempo que le da un golpe certero en el rostro a Becket.
—Eso...— murmura Richie en señal de animo desde el extremo opuesto a donde se encuentra Eddie, antes de toser.
—Que buen gancho, Mike— lo felicita Bev con expresión seria.
Al ver a Becket caído, los demás lo levantan.
—A-Ahora es una p-pelea justa— dice Bill, como líder de los perdedores que es.
—¡Están muertos!— grita Becket. El y su grupo se marchan.
—¡¿Y ustedes que miran?!— les dice Ben a los demás, que se dispersan como ratas.
El timbre suena "justo" entonces.
Stanley va a ayudar a Richie a levantarse al mismo tiempo que Bill se agacha junto a Eddie.
Mientras, Bev, Ben y Mike recolectan los libros y ambas mochilas de los chicos que han quedado desperdigados (y algunos rotos de forma insalvable) por el suelo.
—Por dios, Rich.
—Eddie, Eddie, ¿me oyes?
Como pueden (y con ayuda de sus amigos) ambos se enderezan hasta quedar sentados. Se buscan con la mirada hasta que se encuentran. Richie y Eddie se miran con anhelo, como si pudieran tocarse con la mirada, con esos deseos de correr hacia el otro y poder consolarlo...
Sin embargo, después de aquel instante, apartan la mirada hacia lados opuestos con dolorosa resignación, y se dejan ayudar por sus amigos sin volver a dirigirse la mirada o a cruzar una palabra.
¿Por qué debe doler tanto?
Bill y Stanley se miran también. Hay mucho en su mirada mientras uno ayuda a Eddie y el otro a Richie. Es un "No" a ese "Tal vez" que había entre ellos.
Es un No silencioso, pero, a veces, las cosas en silencio duelen mucho más.
....
¿Qué les pareció el capítulo?
¡Nos leemos pronto!
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En secreto | Reddie.
FanfictionEddie está enamorado de Richie. Richie está enamorado de Eddie. Entonces, ¿cual es el problema? Enfrentarse a la sociedad no es tan fácil. Ni a sus familias. Ni siquiera a sus más grandes amigos. Sobre todo si vives en Derry, donde la discriminació...