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Los conejos. Cosas monas ante todas las vistas de los demás, o la mayoría de ellas. Sin embargo.

¡No pudo detener a su amigo de meterse con estos y ser rodeado por ellos mientras les daba lechuga y los cargaba cual bebé con esa expresión alegre en su rostro y sus ojos brillando!.

-Por favor, joven. Salga del corral.

-Me quieren.- Respondía en defensa. Acercándose su amigo, tocando el hombro de la chica y luego como esta se giraba a verlo, tomando su barbilla con delicadeza y sonriendo le de forma amigable.

-Disculpe a mi amigo, my lady. No pudo retener su amor a los conejos, le agradecería de ante mano que lo dejara, no les hará daño, se lo prometo.

-No esta permitido que las personas entren...- Se quedo un poco callada al sentir como acariciaba abajo de sus labios, sus mejillas tornándose de rojo.

-Se lo prometo. Yo cuidare que eso no pase, por favor, dejarlo, y vayamos juntos a recorrer la tienda.

-S- Si.- Se sintió abrumada. Siguiendo al castaño mientras le tomaba y trataba como toda una dama.

Dejando a su amigo seguir rodeado de conejos, acariciándolos varias veces y gargarlos más de 34 veces. Sakakibara Ren sabia su debilidad por aquel animal que tocaba su corazón, si se lo permitieran se llevaría a todos los conejos que viera. Y sin embargo hay estaba, después de hacer las compras para la cena, gastando la lechuga y zanahorias que había comprado. Regresando con el Sakakibara después de, por fin, dejar a la empleada.

-Gakushuu, ya sal.

-Jamas saldré de aquí.

-No puedes llevarte ninguno, ya tienes uno.

-Es muy enojon. Estos si me tienen cariño.

-¿A quien se parece? ¡Gakushuu, maldita sea, te acabaste la lechuga!.- Grito. Quitándole la bolsa de zanahorias. Recibiendo una mirada de reproche.

-Damela.

-No, tendremos que volver a la tienda para comprarlas de nuevo.

-Ve tu y aquí te espero.

-..... Gakushuu, salte, niño malo.

-No soy un perro como para que me des órdenes.- Se puso detrás de este, pasando sus brazos a través de los de este, alzándolo provocando que los conejos se salten y se alejen- ¡No, mis bebés!.- Chillo, forcejeando, aunque no le gustaba del todo golpear a su mejor amigo, y solo pudo estar unos segundos mas antes de que le hiciera salir.

-Ya, ya.

-Quiero volver.- Declaro. Mirando a los conejos que ahora le ignoraban pues estaban recibiendo más comida por otra persona. Dándole la espalda.- Traidores.

-Ya, ya, no todo dura. Aun puedes jugar con tu mascota.

-Si es que me deja cargarlo.- Menciono, mirando a Ren antes de suspirar y rendirse cuando le hizo salir por completo de la tienda.

-Pasaremos otro día si te hace sentir mejor.

-..... Hace tiempo que no veo a tus perros.- Los ojos de Sakakibara brillaron por aquello.

-¡Compremos huesos pequeños y una pelota!.- Le propuso. Haciendo sonreír al rubio fresa, suponía que tal vez los perros no eran tan malos.

-Esta bien.- Respondió, sonriendo. Antes de detener a su amigo de entrar de nuevo a la tienda de mascotas.- Pero primero las compras.

-¡Ahh, fue tu culpa!.

-Lo se. Pero tu como buen amigo, me vas acompañar.

-Mmm.- Mascullo, apretando sus ojos y labios para evitar que algo malo saliera de sus labios.

Asano Gakushuu y Sakakibara Ren. Cosas De Todos Los Días (RANDOM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora