Era un día de primavera, el cielo era de color azul y brillaba por encima de las pequeñas casas que formaban pueblo Paleta, la gente salía a pescar a los lagos cercanos o salían a pasear con sus pokemons, pero hoy era un día especial, era el día en que el profesor Oak daba un pokemon a cada persona de 20 años que quisiera convertirse en entrenador pokemon y luchar en la liga pokemon.
Aiko era una de esas chicas que estaba moviendo los pies con impaciencia delante del laboratorio del profesor, rodeada con varias personas que tenían las mismas ganas de recibir su primer pokemon y poder demostrar su valía como entrenador.
Tenía el pelo castaño y largo recogido en una cola alta, en su espalda llevaba colgada una maleta llena de pokeballs y varias medicinas que seguramente necesitaría durante los emocionantes combates que tendría contra los pokemons salvajes, su madre había insistido en que se llevase varias bayas y dinero que necesitaría para cuidar a sus pokemons en cuando los tuviera.
-Relájate Aiko, aún faltan cinco minutos para que llegué la hora que Oak dijo.- comentó su madre poniéndole una mano en su hombro para que dejase de saltar por la emoción.
-Quizá abre antes, tampoco le cuesta nada abrir cinco minutos antes.- Comentó la chica mordiéndose el labio mientras dejaba de saltar, solo deseaba tener ya a su primer pokemon en brazos, y estaba segura que tendría el mejor, para algo había madrugado y había llegado segunda a la cola.
El laboratorio del profesor Oak estaba a las afueras del pueblo, era una casa amarilla que por fuera parecía una casa normal y corriente pero por dentro estaba llena de ordenadores y máquinas de lo más raras que estudiaban las habilidades de los pokemons, tras esa casa, había una gran extensión de terreno que el profesor había comprado y habilitado para poder tener una gran variedad de pokemons y así poder estudiarlos como si fuera en su hábitat natural, de hecho, había sido él, junto al profesor Abedul de la región Hoenn, que habían inventado las pokeballs hacía unos años atrás, algo que había facilitado mucho la tarea de los entrenadores pokemons.
-Mira, ya abre.- Dijo un chico con voz emocionada que había llegado diez minutos más tarde que Aiko y que había demostrado estar igual de emocionado que ella.
Realmente las puertas se estaban abriendo, y un hombre de unos cincuenta años con el pelo canoso y mirada tranquila, salió de la casa y abrió la verja con cuidado.
-Entraréis de uno en uno por orden del que habéis llegado, en cuando tengáis el pokemon pasará a ser vuestra responsabilidad y nada de devoluciones, pensarlo bien.- Dijo el profesor antes de dejar a las chica que había llegado antes que Aiko.
-Espero que no me quite a Charmander.- murmuró la chica cruzado de brazos con impaciencia, quería tener ese pokemon llameante entre sus brazos en seguida y poder empezar a entrenarle lo más rápido posible, estaba decidida a ganar los ocho gimnasios y a partir de aquí poder ganar la liga pokemon que se celebraba una vez al año a medianos de diciembre.
-Aiko, ya puedes entrar.- Dijo su madre al ver como la primera chica salía con una sonrisa mientras cargaba un Bulbasaur que mostraba con orgullo a su madre, no había sido una mala elección, pero Aiko tenía la tranquilidad que si algún día se encontraban, probablemente, el lanzallamas de su Charmander acabaría con ese Bulbasaur en un visto y no visto.
Aiko corrió hasta entrar en el laboratorio dónde se encontró con varias pokeballs cerradas, que contenían los pokemons en su interior.
-¿En que habías pensado Aiko?- preguntó el profesor Oak con una sonrisa familiar, al fin al cabo, el pueblo era pequeño y no había nadie que no conociera el profesor Oak, como tampoco había nadie que el profesor Oak desconociera.

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Pokémon, El inicio de una aventura (Completa)
FanfictionPor fin ha llegado el día que Aiko tanto a deseado, el día que el profesor Oak le va ha hacer entrega de su primer pokemon, y con ello, dará inicio su primer viaje. Pero el carácter de Charmander no lo hace fácil, y aún lo es menos cuando el Gengar...