23-Isla Exta

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A la mañana siguiente las despertó la enfermera Choi que sus pokemon estaban desayunando con bastante hambre y que solo faltaban veinte minutos para que el barco saliera en dirección a isla Exta, por lo que fueron a sus habitaciones a recoger las cosas y al bajar, los pokemon ya estaban esperando fuera, mirando como algunos obreros estaban reconstruyendo algunas casas y la zona de recreo.

-Venga, vamos.- Saya empezó a andar tras sus palabras y las chicas le siguieron bajo la sombra que les hacía Charizar al volar encima de ellas, Lapras se había metido en la pokeball y Gengar flotaba encima del hombro de Saya como si estuviera aún cansado.

Embarcaron bajo las miradas de algunos entrenadores, dejándolas un tanto cohibidas, por lo que decidieron irse a una de las salas de meditación toda gris que había en el barco para esos entrenadores que necesitaban concentrarse.

-Esto es terrible...-Susurró Ichi mientras se dejaba caer en el suelo de la sala, con la espalda apoyada en la pared.

Aiko simplemente tomó un cojín y empezó a jugar con él a modo de distracción mientras sentía aún el peso de las miradas.

-No esperaba que la gente fuera tan poco discreta...-Admitió Saya cruzada de brazos y sentada en uno de los cojínes amarillos en forma de pera que había en medio de la sala gris.

-Pues yo lo veo normal, son entrenadores novatos, posiblemente muchos de ellos están haciendo esto porque lo han decidido este mismo año, de seguro que nunca habían prestado atención a un combate serio. –Comentó Aiko por primera vez, tumbándose en el suelo y poniendo el cojín bajo la cabeza.

-¿Qué te hace pensar eso?-Preguntó Ichi con curiosidad.

-Que nadie se ha fijado en Saya hasta ahora.

El silencio se hizo presente de manera tensa en la habitación, en que la única que parecía relajada era Aiko, la cual que había cerrado los ojos como si pudiera dormirse en qualquier momento.

-¿Des de cuando lo sabes?-Dijo al final Saya.

-Des de que te vi, tengo un poster gigante en mi habitación, he visto tus combates no se cuantas veces, podría decir que lo sé todo de ti, pero no he investigado tanto- Aiko abrió los ojos y miró a la campeona.- Para mi fue un deseo echo realidad encontrarme contigo.

Saya se quedó callada recordando esa noche que Gengar había decido desobedecerla y se había marchado, atraído por los sueños de Aiko y su pokemon.

En ningún momento le había parecido que en ese momento la había reconocido, claro que seguramente por el sueño no la había reconocido de inmediato y lo había echo a lo largo de la noche.

-Yo...

-Entiendo el porque no me dijiste nada.- Dijo en seguida Aiko y se impulso y se sentó con las piernas cruzadas entre las otras dos chicas. – Ahora nos tenemos que centrar en llegar allí y capturar a ese Pigdey.

-El Pigdey con la cinta azul.- Completó Saya al recordar la pista que le habían dado, solo unas pocas personas habían recibido la pista extra y solo ellas tenían esa pokeball que nunca fallaba, todo parecía estar a pedir de boca por el grupo.

El ajetreo que se escuchó tras las puertas les advirtió antes de tiempo que la isla Exta estaba a la vista, por lo que las tres se levantarón y tras un suspiro abrieron la puerta y se sumaron a la gente.

La gente estaba abarrotada en la parte delantera del barco, viendo como cada vez estaban más cerca de la tercera isla, era de las más grandes, toda la parte sud de la isla era bosquejo junto con una cueva en medio de un lago, el hábitat perfecto para encontrarte con todo tipo de pokemon.

Pokémon, El inicio de una aventura (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora