Capítulo 6

14 4 2
                                    

Pasan los días y mensajes van y vienen entre Carlos y yo, mensajes, mensajes que en unas breves líneas expresan sentimientos, mensajes que me devuelven la vida y me hacen acordarme de las cosas maravillosas que vivimos juntos.

Me despierto, miro la hora y son las once de la mañana, hoy es sábado 30 de diciembre. Que extraño, reviso a ver si hay algún mensaje de Carlos y no hay ninguno, me parece realmente extraño, todos estos días al despertar siempre me topo con un mensaje de buenos días. Ni siquiera una llamada. Esto me preocupa, algo no anda bien, mi intuición me lo está diciendo y no sé por qué me hace pensar que hay un asunto de mujer detrás de todo esto. Decido alejar esos pensamientos de mí y seguir como si nada.
Voy a la cocina con mi teléfono y tomo un poco de agua, no puedo, por más que quiera dejar de pensar, ¿le habrá sucedido algo?, no Caro, no, ni siquiera te atrevas a pensar en eso. Quiero llamarlo pero mi orgullo no lo permite, además hay algo que no encaja y lo sé. Quizás soy yo que estoy paranóica pero no sé.

He decidido pasar el 31 de diciembre en casa de Yania, voy desde temprano para poder coordinar la cena de espera del nuevo año. Cuando llego la casa está hecha un caos, Yania dando gritos por la casa porque nadie la ayuda, en fin, siempre se pone así cuando hay que organizar algo, siente que las cosas están saliendo mal aunque todo este totalmente perfecto. Nos pasamos la mañana y la tarde en los preparativos. Al comenzar a caer la noche tomo una ducha y me pongo un vestido rojo ajustaod que he comprado para la ocasión, acompañados de unos zapatos de tacón dorados. Me maquillo ligero, excepto los labios que van de rojo intenso y opto por ondear un poco mi pelo. Cuando termino me miro en el espejo, me gusta lo que veo. De pronto la nostalgia se apodera de mí, me viene a la mente Carlos, ayer no supe nada de él, lo llamé le escribí y no recibí respuesta, mi cabeza no da más con ese asunto. Me reanimo y salgo a la sala de estar donde están todos los invitados, está toda mi familia y amigos.
Cenamos, bailamos, conversamos, reímos, pero sobre todas las cosas nos estamos divirtiendo como nunca antes. A las doce de la noche empiezan los abrazos, los fuegos artificiales y los gritos de ¡Feliz año nuevo!.
Me aparto un poco y comienzo a enviar mensajes de felicitación a todas las personas que conozco. Casi todos dicen lo mismo, mis neuronas no dan como para inventarme doscientos y un poco más de mensajes diferentes. Muchos de mis mensajes tienen respuesta, otros no, lo que es bastante común, pero lo hago con gusto, me gusta que todos sepan que los tengo presentes.

A la mañana siguiente, primer día del año 2005, a las 7:30 de la mañana, me llega un mensaje de texto el que hice que me despierte, lo abro y comienzo a leer:

NO SÉ QUIEN ERES, PERO SEA QUIEN SEAS, NECESITO QUE DEJES DE MOLESTAR

Esto me genera gran molestia, veo el número del cual he recibido este mensaje, este idiota me ha arruinado la mañana, es Carlos. Ofuscada decido responder:

FUE SOLO UN MENSAJE DE FELICITACIÓN, LINDO AÑO. RECUERDA QUE ES LA SEGUNDA VEZ QUE DICES NO CONOCERME. BESOS CAROLINE.

Esta esb la gota que colmó la copa de mi paciencia, es la segunda vez que dice no conocerme, la primera vez lo dejé pasar porque no quería estar disgustada con la persona que amo, pero no estoy dispuesta a tolerarlo más. Me ha desepcionado tanto, que el amor que siento por él se ha ido extinguiendo poco a poco con cada una de esas desagradables acciones que tiene hacia mí. Me juro a mí misma que jamás me volveré a enamorar, no estoy dispuesta a volver a sufrir por alguien que no me merece, alguien que no vale mis lágrimas, cada una de esas lágrimas que he derramado recordándolo.A partir de este momento he decidido volverme a poner mi coraza, basta de ser dulce, queda prohibido volver a sentir algo parecido a lo que alguna vez sentí, nada volverá a ser igual.

Vive mi vida conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora