CAPÍTULO 29

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Narra Ana

Miguel: ¿me habías dicho que te llamabas Ana?

-Sí, ¿tú Miguel?

Miguel: el mismo.

-¿Querías algo?

Miguel: joder que borde eres Anita

-No soy borde

Miguel: demuéstralo

-¿Cómo?

Miguel: veo que se te ha acabado lo que estabas tomando.

-No

Tenía el vaso a la mitad, pero el lo cogió y se bebió lo que quedaba.

Miguel: ahora sí, espera que te lo lleno. ¿Qué quieres?

Le dije lo que quería y al poco apareció con mi vaso y otro para el.

Miguel: ven anda, vamos a sentarmos en el sofá.

Me giré para mirar a Miriam que llevaba un rato observandonos con cara de poker. Me hizo un gesto para indicarme que no pasaba nada.

Acompañé a Miguel al sofá y estuvimos hablando un buen rato. El chico era simpático pero le notaba con intenciones equivocadas.

Miguel: Ana eres una chica muy guapa, así que no me extrañaría que ya fueses de algún chico.

Justo en ese momento apareció Miriam.

Miriam: ¿te está molestado este imbécil?

Miguel: sólo estábamos hablando.

Miriam: conozco perfectamente a Ana y por las caras que estaba poniendo, creo que a ella no le estaba haciendo ninguna gracia vuestra conversación.

Miguel: deja de molestar anda.

-Mira Miguel yo no sé que intención tienes conmigo, pero si lo que intentas conseguir es que me lie contigo, lo tienes complicado.

Miriam: estás perdiendo el tiempo

Miguel: entonces tu también.

-¿Qué me he perdido?

Miriam: este imbécil, que me ha retado para ver quién consigue liarse antes contigo. Ya le he dicho yo que tiene las de perder.

-Primero no soy un trofeo y segundo, no sé qué habréis apostado pero lo siento Miguel.

Miguel: ¿lo sientes?

Miriam: Ana es mi novia, amigo.

Miguel: putas bolleras.

Esto último lo había dicho bastante alto y ni a Miriam ni a Cepeda les había hecho gracia. Así que lo echaron de la fiesta.

Esperé a que la gente volviese a estar cada uno a lo suyo para poder hablar con Miriam. Cuando encontré el momento ideal, me la llevé a un lado apartado del salón.

-¿Así qué ahora me usas para apostar?

Miriam: puedo explicártelo.

-Pues empieza.

Me puse seria y cruce los brazos.

Me contó todo lo que había pasado y lo que le había dicho y poniéndome en la situación de Miriam, yo habría hecho lo mismo.

El chaval al final resultó que era mas gilipollas de lo que yo estaba pensando.

Miriam: ¿estás enfadada?

-Sí.

Obviamente no lo estaba pero quería reírme un poco de ella.

Miriam: ¿mucho?

-Tú sabrás.

Miriam: ¿me das un besito?

-No

Se acercó a mi y me agarró por la cintura.

Miriam: venga, uno pequeñito

-No

Miriam: vengaa

-Venga pesada

Miriam: ahora soy yo la que no quiere.

Me soltó la cintura y se giró haciéndose la ofendida, pero yo fui más rápida y antes de que se fuese la cogí yo de la cintura y la giré.

-Ven anda

Y la besé, y nos besamos porque a pesar de todo, de que ella a veces fuese la persona más infantil del mundo y otras se convirtiese en una leona, de que a veces fuese una idiota y la quisiese matar y otras me la quisiese comer a besos. A pesar de todo eso y de más cosas buenas o malas que nos han ido pasando a lo largo de lo que llevamos de relación. A pesar de todo Miriam es una persona a la que voy a querer tener siempre en mi vida porque me hace la persona más feliz del mundo y porque ya la siento como si fuese mi familia.

Miriam: te quiero Ana

-Te quiero Miriam

Sólo si es contigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora