Parte 22

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No se quiere ir.

No quiere, pero su celular no deja de vibrar, la I.A. de Anthony insiste en el llamado de Fury. Hay misión. Sin embargo, ¿cómo irse cuando Anthony le tiene de las caderas mientras sus labios reciben una clase especial? Ya ni decir de sus brazos cruzados sobre los hombros y cuello de este. Ahora es café y no hamburguesas con papas fritas. Es amargo, caliente y húmedo.

Muy húmedo.

–Debo irme... An... thony...

El hombre no le suelta, apenas logra decir aquellas palabras. El amor lo vuelve masita.

–No veo que insista mucho soldado.

¿Y cómo hacerlo? El moreno ha metido mano bajo la camisa, delinea su espina dorsal y deja mordidas y besos en su cuello.

–Señor Stark, el agente Coulson está subiendo por el elevador.

–Retrásalo.

Un gemido es detenido a tiempo en sus labios, Anthony le va a matar, sus manos ya van por debajo del hueso de su cadera. Se aferra a sus ropas, sus piernas amenazan con no sostenerle más.

–Señor, el agente ha inhibido mis sistemas.

Anthony chista los dientes, se aleja lo suficiente para que él recuerde respirar.

–Steve, cariño, vuelve en ti, ¿sí?

El soldado no puede ni amenazarlo con la mirada, al menos, no con el rubor en su rostro e intentando acomodar su ropa. No dice nada al arribo del agente.

–¿Acaso los espías no reciben clases de educación?, cuando alguien no quiere visitas es por algo.

–Es importante Stark.

Coulson sigue su camino dándoles la espalda, Anthony le aprieta el trasero y le sonríe.

–Nos vemos luego Steve. –Le muerde la oreja. –Debemos terminar algo.

Rogers debe morderse la lengua, no le mira, sólo camina. No hay quejas, miradas de advertencia o reproche. Simplemente sale de ahí.

El amor lo deja sin voluntad.

VellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora