Parte 31

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Han pasado algunas semanas, Anthony no le ha buscado y él tampoco lo ha hecho. No le interesa lo que tenga que decir Natasha o Sam. Marta le sigue llevando comida, Vella continúa jugando y ladrando.

Un día, simplemente, Anthony aparece en su puerta. No le corre, miente con la procedencia de Vella.

-Es de mi vecino, lo cuido por unos días.

Anthony no pregunta más. La puerta está cerrada, no puede verlo. No quiere. Espera a que diga lo que tenga que decir y se marche. Sí, está en un estado depresivo y no desea salir de ahí.

-Ey. - Anthony le llama en un tono bajo. -¿Mi principito puede mirarme?

Steve intenta no sonreír, tragársela, ocultarla, pero simplemente no puede. Ese es su apodo, uno que el moreno le dio mientras le hacía el amor porque según él, era uno. Un principito que ve la belleza más escondida, la lógica guiada por los sentimientos, ve la perfección en lo imperfecto y piensa con bondad.

Él rió ante ello, pero si Anthony le veía así, él no haría nada para negarlo. Le gustaba.

-Mi principito, mi hermoso y brillante principito.

Y maldita sea, Steve no pudo seguir enojado con Anthony. Acepto el beso, las caricias y la mirada, todo despacio y suave. Reconociendo esa boca que para otros era hiel, para él era miel. Le llevó hasta la mesa, donde le instó a sentarse y hacerle un espacio entre sus piernas. El moreno no dudó en meterse, en seguirle besando, recorriendo sus muslos y cadera.

-Deja de meterme mano Anthony.

-Sabes, eres el único que me llama así. -Le mordió la oreja, beso su cuello para verlo de frente. -¿Por qué? ¿Por qué llamarme así y no Tony?

-Así te conocí. -El moreno le observó con extrañeza. Steve le colocó un mechón de cabello tras la oreja mientras le sonreía. -Además, todos te llaman así, yo no soy ellos, no quiero ser parte de ellos.

-Quieres ser único.

-Especial, Anthony. Quiero ser especial para ti.

VellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora