Parte 4

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No necesita dormir, después del suero con dormir cuatro o seis horas es más que suficiente, pero después de una misión es capaz de dormir hasta diez o doce horas. Su cama nunca le ha parecido nada tan suave y cómodo, no quiere moverse sino es para cambiar de posición.

Esta boca abajo, con la sábana apenas cubriendo su cintura y revuelta entre sus piernas, sus manos bajo la almohada le dan a sus músculos un agradable tirón. Adormilado, a punto de caer.

Lo que le cayó le saco el aire de los pulmones. Gruñe. Murmura, pero el movimiento sigue.

–Vella, pequeña cabrona, quita.

Ladridos en su oreja le aturden, las babas escurren sobre su cuello, su espalda es arañada.

–Pesas, quítate.

La cachorra le vuelve a ladrar más no se mueve, al parecer estar sobre él le gusta. Suspira, se gira y la aplasta, ella gruñe, ladra y patalea.

–Te dije que te bajaras.

Ni siquiera intenta volver a dormir. Vella sobre la cama le mira y ladra, se para, ella sigue ahí. Siguiéndole con la mira. El veterinario se lo advirtió, Vella era una perra hiperactiva, con demasiada energía que debía drenar jugando, corriendo o haciendo deportes. Es una cachorra, una niña.

Apenas ve que toma la correa junto con el collar se baja deprisa de la cama, siguiéndole de cerca, ladrando y moviendo la cola que por un momento siente se le va a zafar de lo rápido que la menea.

Llena una botella, toma un rollo de bolsas que junto con su cartera van a uno de sus bolsillos.

–Vella. –Le llama y ella ya está sentada al frente, no mueve la cola. Sólo espera. –Vamos.

Vella no le jala, no se aparta, camina a su paso, le espera cuando se atrasa y si se queda atrás no necesita voltear con sólo llamarla ella viene corriendo. No hay necesidad de la correa, pero reglas eran reglas. Perros del calibre de Vella deben ir con correa.

VellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora