Capítulo IV

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IV - VIBRACIONES

Le debo una a Liam por haberme sustituido esta noche.

Y... estoy tan nerviosa. Lexi ni siquiera se ha dado cuenta porque está abriéndonos paso hacia la entrada del concierto. El de seguridad nos mira con una ceja enarcada cuando llegamos. O más bien mira a Lexi, porque no se ha dado cuenta de mi presencia, como casi siempre que nos detenemos delante de alguien.

—¡Tenemos entradas VIP! —exclama ella felizmente, agitándolas delante de su cara.

El hombre las mira, algo escéptico, pero después su expresión cambia cuando me mira.

—¿Brooke? —pregunta.

Lexi y yo intercambiamos una mirada perpleja.

—Sí —digo, sorprendida. ¿Lo conozco de algo?

—Seguidme, por favor.

Intercambiamos otra mirada antes de que él nos guíe por una puerta trasera. Nos cruzamos con personal de seguridad y técnicos de sonido por el camino. Parecen algo sorprendidos al vernos pasar. El de seguridad se detiene ante unas puertas de hierro y mira a Lexi.

—Tu asiento está detrás de la puerta. Es el número tres.

Lexi frunce el ceño.

—¿No nos vamos a sentar juntas?

—Sí —el gorila me mira—. Me han pedido que te lleve atrás primero.

—¿Atrás? —repito, confusa.

Lexi abre los ojos como platos antes de darme una palmada sonora en el culo felizmente.

—¡Jed quiere un poco de acción antes de salir al escenario, Brookie-pookie!

Me pongo roja como un tomate al ver que el pobre hombre hace un esfuerzo por fingir que no ha escuchado eso. Después, Lexi se va felizmente a su asiento. Durante el breve momento en que sostiene la puerta abierta para pasar, escucho el murmullo de la multitud. Sí que hay gente hoy.

El de seguridad me conduce por un pasillo poco decorado antes de que entremos en el backstage real, donde los pasillos están abarrotados y la gente está tan ocupada que ni siquiera nos ve pasar. El hombre se detiene delante de una mujer que reconozco enseguida como la de ayer en el bar. La que hablaba por teléfono. Ahora también lo está haciendo, así que no sé muy bien qué hacer cuando el de seguridad me deja a solas con ella.

—...he dicho que no, ¿o no me has oído? Bien. Más te vale —cuelga la mujer, poniendo los ojos en blanco—. Hombres. Les dices todo diez veces y siguen sin enterarse. Qué pesadez...

Clava la mirada en mí, que no sé qué decir. Impone bastante. Entonces, veo que esboza una pequeña sonrisa curiosa.

—Supongo que tú eres Brooke —me saluda, y me extraña que todo el mundo sepa mi nombre.

—Lo era la última vez que lo comprobé —bromeo como una idiota.

Ella se echa a reír.

—Tienes sentido del humor —suspira—. Vas a necesitarlo si sigues viniendo por aquí. Kevin es capaz de sacar de quicio a cualquiera. En fin... ponte esto.

Me pasa un collar con el pase vip, que me pongo rápidamente alrededor del cuello.

Me he arreglado más de lo que me gustaría admitir para venir. Me he atado el pelo en una cola alta, me he puesto mi top palabra de honor negro, mis pantalones estrechos favoritos y botas con cordones. Además, me he pintado los labios de rojo. Casi nunca lo hago.

La última notaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora